miércoles, 9 de enero de 2008

La Rioja mima sus viñedos en invierno

(Artículo publicado en Cinco Días.)

Cuatro meses después de finalizada la cosecha, un periodo de especial actividad, y terminada hace escasos días la campaña de Navidad, una de las más importantes del año a nivel de ventas, la llegada del invierno no ha paralizado el negocio vitivinícola. ¿Qué hacen los propietarios de las bodegas durante el periodo invernal?

Varios gestores de compañías ubicadas en La Rioja coinciden en señalar que los últimos meses del otoño y los del invierno son fundamentales para conseguir una producción de vino adecuada. Los caldos riojanos, los más internacionales de las zonas españolas con denominación de origen, se miman en esta época en la bodega. Del buen trato que reciban dependerá la bondad de la futura cosecha.

Testado y experimentación

Fernando Remírez de Ganuza, propietario de Bodegas Remírez de Ganuza, en Samaniego (Álava), separa en dos las labores a realizar durante los meses invernales: la agrícola y la vinícola. En lo que se refiere a la primera de ellas, durante el periodo de reposo de las viñas, resalta las labores de prepoda que se inician cuando caen las hojas, 'un sensor visual sobre algunas carencias que puede padecer las cepas', señala.

Guillermo de Aranzabal, presidente del grupo La Rioja Alta, con intereses en las denominaciones de origen Albariño y Ribera de Duero, además de Rioja, cuenta que en ese periodo a las fincas se les quitan los sarmientos, se labran y se tratan para iniciar las plantaciones en marzo. La Rioja Alta, con 715 hectáreas en las tres denominaciones, ha previsto plantar dentro de dos meses 56 hectáreas en Rioja.

Juan Pablo de Simón, propietario y máximo responsable de Bodegas de La Marquesa, en Villabuena (Álava), añade que la poda se realiza 'todos los días que no llueve'. El tajo en la bodega no es menor. Juan Pablo de Simón afirma que a partir de octubre los vinos comienzan en los tanques la fermentación monolítica 'que este año va atrasada'. Hay que controlar los caldos. 'En teoría -dice Aranzabal- la primera noche de luna llena de enero se trasiegan los vinos de un depósito a otro para separar los posos'. Remírez de Ganuza se extiende en el asunto para señalar que es momento de 'testado y experimentación'. La labor de crianza de los caldos también tiene su hueco en invierno. Los enólogos realizarán sus informes sobre la calidad de los vinos lo que permitirá a la bodega preparar su plan de producción. Para entonces ya se ha habrá controlado las barricas, su rellenado y las catas. Además se efectuarán los trasiegos. La finalización de la campaña de Navidad activa, también, el embotellado. 'Hemos sacado al mercado bastante producto y en invierno, dedicamos una parte importante del tiempo a embotellar', dice el propietario de Bodegas de La Marquesa.

El invierno terminará y se iniciará un nuevo periodo. Los tres bodegueros confían, como todos los años, que acompañe la nueva climatología y protegerán las viñas de posibles plagas. Hay mucho dinero invertido en el campo, pero también en las bodegas. Sus nichos guardan muchas botellas que saldrán al mercado en los años venideros lo que supone soportar un importante inmovilizado.

Plantilla ajustada

En invierno la plantilla de las bodegas desciende considerablemente y sólo trabajan los empleados fijos. En Remírez de Ganuza durante la vendimia, la época más álgida, supera las 60 personas. Ahora, entre la bodega y las viñas apenas llegan a 16.

Refrigerar la uva antes de seleccionarla

Los sistemas de tratamiento de la uva para la posterior elaboración de vinos adquieren cada día mayor protagonismo. Todo, en aras de la calidad. Y, cada maestrillo tiene su librillo.

Fernando Remírez de Ganuza ha invertido 300.000 euros en un edificio para albergar los módulos de refrigeración para las uvas con una capacidad de almacenaje diario de entre 15.000 y 20.000 kilos en dos plantas. El objetivo es preservar las condiciones naturales del fruto mediante un sistema de almacenamiento y enfriado de la uva y evitar así una fermentación provocada por el aumento de la temperatura. 'Antes, el clima nos controlaba a nosotros', sentencia el bodeguero riojano.

El sistema, en teoría, es sencillo. Los remolques procedentes de las fincas donde se ha realizado la vendimia trasladan las uvas hasta la bodega que Remírez de Ganuza tiene en Samaniego. Una vez dentro de las instalaciones, se pesan los cajones con los racimos y se registran de qué viña proceden. Si el ritmo de llegada de los frutos es de tal envergadura que no se puede separar en las mesas de selección durante el mismo día se transportan al área destinada a la refrigeración.

Una vez allí se regula temperatura para que el grano no rompa y anticipe la fermentación. En Remírez de Ganuza se han recolectado este año 280.000 kilos de uva que, según su propietario, es 'muy buena calidad'.

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