jueves, 31 de enero de 2008

Los vinos riojanos se afianzan en el mercado y en el paladar de los estadounidenses

(Artículo publicado en Terra.)

Los vinos de Rioja, procedentes de las comunidades autónomas españolas de La Rioja, País Vasco y Navarra, se afianzan en el mercado y en el paladar de los estadounidenses, que de esa manera reconocen la calidad de esos caldos.

Así lo señaló hoy a EFE Michael Schachner, experto en enología y periodista de la revista especializada 'Wine Enthusiast', que el lunes concedió a esa denominación de origen española el galardón de 'Mejor Región Vinícola del Año'

'Este galardón premia la calidad y el renacimiento de Rioja de los últimos 15 años. Es una región que está mejorando, que tiene mucha historia, mucha clase y un nombre conocido en todo el mundo, pero lo más importante es la calidad de los vinos, especialmente de un grupo que lo llamamos los 'nuevos clásicos', dijo Schachner.

Asimismo consideró que los caldos riojanos son 'una pequeña producción de alta calidad y un sabor mundial. Para los estadounidenses el Rioja es un vino tradicional, con mucho carácter español, es un reflejo muy claro y bueno del vino tinto español'.

Las exportaciones de vinos españoles hacia Estados Unidos van en aumento y en ese mercado se sitúan en quinta posición, por detrás de Italia, Australia, Francia y Chile, y por delante de Argentina.

Según datos de diciembre de 2007 difundidos por el mismo sector español, las exportaciones de caldos españoles a EEUU crecieron el 8 por ciento hasta octubre del pasado año y en relación al mismo periodo de un año antes.

Un estudio elaborado por la industria del vino Gomberg-Fredrikson señala que el 81 por ciento de los vinos importados desde España a Estados Unidos son tintos, con un incremento del 9 por ciento en el último año, mientras que en el caso de los blancos, el aumento fue del 4 por ciento.

Por su parte, el presidente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Rioja, Víctor Pascual Artacho, señaló a EFE que un galardón como el recibido 'es una gran satisfacción, porque se reconocen muchos años de trabajo en el mercado de Estados Unidos, adaptándonos a los gustos y las demandas de sus consumidores'.

Artacho, que fue el encargado de recoger el premio en la Biblioteca Pública de Nueva York, precisó que los caldos riojanos 'son de mucha calidad, que los recomiendan los amigos, que están de moda en Europa y queremos que estén de moda en EEUU'.

Por su parte, la consejera de desarrollo rural y medio ambiente de Navarra, Begoña Sanz-Berro, señaló que este reconocimiento es importante 'de cara a mercados tan potenciales e interesantes como el de EEUU, en el que debemos de ir penetrando poco a poco'.

Las previsiones de los expertos es que las ventas de vino español en el mercado estadounidense tienen un importante espacio aún por llenar y, según la publicación US Wine Market, podrían no alcanzar su máximo hasta 2012.

'El consumidor estadounidense está reconociendo todo el esfuerzo que está haciendo Rioja. Lo que se trata es de vender cuanto más mejor en este mercado, que tiene un potencial de crecimiento francamente importante', señaló por su parte el consejero de Agricultura de La Rioja, Iñigo Nagore.

Asimismo se refirió a que 'en un mercado tremendamente abierto nuestros vinos no compiten solo con los de California, sino con los de todo el mundo, y lo que debe hacer el consumidor es probarlo, porque cuando lo haga verá que es un vino diferente y lo demandará'.

El Consejo Regulador ha iniciado una campaña de promoción dirigida a los consumidores estadounidenses más jóvenes, 'con una visión de futuro, para darles a conocer que tienen una alternativa para vinos de otros países europeos como Francia o Italia', dijo Nagore.

El consejero de Agricultura del País Vasco, Gonzalo Sáenz de Samaniego, consideró que el galardón 'es un apoyo importante a la hora de alcanzar mayor cota de mercado en EEUU'.

'Aquí la producción propia, fundamentalmente de California, no es capaz de abastecer toda la demanda que exige el consumidor del país. Por eso los vinos de Rioja alcanzan cada vez mayor cuota de mercado', agregó.

Por su parte, Jaime Chávarri, vocal del Consejo Regulador, agregó que el consumo de vino en Estados Unidos está subiendo mucho y en él donde compiten vinos de todo el mundo.

'Para nosotros triunfar en este mercado es como el reconocimiento de ser mayores de edad en el mercado internacional , cosa que ya somos en otros países, porque EEUU era una asignatura pendiente'.

Thomas Perry, gerente del Grupo de Criadores y Exportadores de Vinos de Rioja, consideró que ese premio 'es muy importante para los exportadores de Rioja porque reconoce un montón de años de trabajo muy duro, tanto en España como en EEUU para doblar las cifras de ventas en este mercado, y nuestra idea es dedicarle todavía más tiempo y esfuerzo en el futuro'.

martes, 29 de enero de 2008

Fascinante decantación

(Artículo publicado en TodoVino.)

Lo hemos comprobado una y mil veces. La decantación es una de los temas que más inquieta a las personas que se acercan al mundo del vino. Cómo decantar, qué vinos, en qué momento. Intentamos responder a las dudas más frecuentes para que luego decidan si quieren poner o no un decantador en su vida.

Parte del atractivo de la decantación es el muy ceremonioso trasvase desde la botella al recipiente de cristal. Imagínense en plena faena frente a sus invitados a la vez que explican lo bien que le vendrá al vino ¡esa milagrosa transformación en un líquido mucho más sensual y expresivo! ¿Y si lo acompañan de uno de esos preciosos –y caros– decantadores de formas increíbles y sofisticado diseño?

Más allá del espectáculo, deben saber que con la decantación se buscan dos objetivos fundamentales. Uno: oxigenar. Dos: servir un vino limpio y libre de sedimentos.

Empecemos por los sedimentos. ¿Dónde los vamos a encontrar? En vinos viejos (más o menos a partir de 10 años) en los que ha precipitado la materia colorante y en vinos embotellados sin filtrar que buscan preservar el máximo de “sustancia” en la botella. Esta última práctica es habitual en casi todos los tintos actuales con aspiraciones de calidad y muchos de ellos, además, informan de ello en sus etiquetas. Por ello, la aparición de sedimentos no debe llevar a cuestionar la calidad. Si alguna vez le ocurre en un restaurante, pruebe el vino y si está bien, pida al sumiller que decante la botella.

Los vinos viejos
Lo primero que deben tener claro es que un vino viejo es delicado, por lo que una decantación generosa sería como llevar a un anciano a hacer footing. Con los vinos viejos siempre se corre el riego de que se desvanezcan rápidamente. Por eso, mejor que ocurra en la copa pero permita captar antes algún pequeño momento de gloria a que lo haga, privado de audiencia, en el decantador.

Muchos sumilleres no son partidarios de decantar vinos con más de 15 o 20 años y prefieren servirlos con sumo cuidado o hacerlo con ayuda de un cestillo. Los que decantan lo hacen siempre inmediatamente antes del servicio.

Siendo realistas, el consumo de vinos viejos en nuestro país debe ser mínimo. No abundan los restaurantes con cartas pródigas en verticales o con bodegas históricas y no contamos con grandes coleccionistas si nos comparamos, por ejemplo, con los países anglosajones. No obstante, casi todo el mundo tiene en casa algún tinto riojano de su abuelo sobre el que tiene esperanzas de que valga una fortuna y para el que, habitualmente, hace tiempo que pasó su mejor momento. Puede ser la botella ideal para practicar la decantación en clave de sedimentos.

Los tintos modernos
Hoy en día, el principal objetivo que se persigue con la decantación es oxigenar, que el vino respire. El mero trasvase desde la botella permite una buena aireación que luego se prolonga en el decantador al poner una gran superficie del vino en contacto con el oxígeno. De esta forma, aparecen aromas que tardarían mucho más en desarrollarse, al tiempo que se liman ligeramente las sensaciones tánicas.

Tiene sentido si se piensa en el perfil de muchos tintos actuales de calidad, sometidos a importantes extracciones para conseguir altos grados de concentración y que se comercializan sólo dos o tres años después de la fecha de cosecha. Pese a que la mayoría se beneficiaría de un desarrollo de varios años en botella, la tendencia es a consumirlos en cuanto llegan al mercado.

En la última “Cata de los Lacres” que reunió a las etiquetas mejor valoradas en La Guía TodoVino 2008, algunas de las cuales ni siquiera estaban en ese momento disponibles en el mercado, casi todos los elaboradores de tintos utilizaron decantadores. ¿Qué buscaban? Una mayor expresividad y que sus vinos dieran la cara desde el primer sorbo. En estos estilos modernos y concentrados conviene además realizar la decantación una o dos horas antes para que la aireación sea más efectiva. Pero si prueban algo así en su casa, no descuiden la temperatura del vino a la hora de servirlo. De nada valdrá que se haya oxigenado si también se ha calentado y el alcohol ahoga el resto de sensaciones aromáticas y gustativas.

Otras situaciones
La decantación también puede ser de gran utilidad para los vinos jóvenes más madrugadores. Embotellados poco tiempo después de la fermentación, a menudo desprenden algunos tufos que suelen desaparecer con una buena aireación. Prueben a jarrearlos generosamente y verán cómo mejoran notablemente en nariz.

En realidad, no es descabellado decantar cualquier vino que nos parezca duro, cerrado o joven.

Y experimentar es divertido. Pueden probar a ver el comportamiento del mismo vino sirviéndolo directamente de la botella y de un decantador. En la mayoría de catas realizadas a partir de comparativas de este tipo, el vino decantado se percibe más abierto y expresivo.

Otra pregunta relativamente frecuente: ¿se decantan los blancos? La experiencia práctica ha demostrado que algunos se benefician enormemente de ello, especialmente cuando se trata de vinos criados en madera o envejecidos en botella capaces de desplegar una compleja gama de aromas.

Degustaciones más sofisticadas han querido evaluar el comportamiento de diferentes decantadores para distintos tipos de vinos. ¿Les parece muy rebuscado? La verdad es que se sorprenderían de la gran variedad de modelos disponibles en el mercado. Está el clásico “de pato” por su forma que imita el cuerpo de este animal, los que son como jarras con bocas más o menos anchas y quizás hayan visto el impactante Amadeo con forma “de lira” que diseñó Riedel para celebrar su 250 aniversario y el de Amadeus Mozart.

Cuando se realiza una comparativa entre distintos tipos de decantadores entra en juego la mayor o menor superficie de líquido en contacto con el aire, lo que da lugar a desarrollos aromáticos más o menos rápidos. Así, un sibarita podría acabar identificando el decantador ideal para su vino favorito.

Un catador siempre estará dispuesto a experimentar cualquier mínimo factor que crea puede modificar las condiciones de un vino. ¿Y ustedes? ¿Creen ahora que necesitan un decantador?

El show completo de la decantación

1. Tenga durante 24 horas (o más si es un vino especialmente viejo) la botella en posición vertical para que los posos vayan depositándose en el fondo de la misma.

2. Abra la botella con sumo cuidado, especialmente si se trata de un vino viejo (recuerde que el estado del corcho puede ser un tanto delicado).

3. Situé una fuente de luz que le permita ver con claridad en todo momento el cuello de la botella.

4. Muy despacio, empiece a verter el vino poco a poco en el decantador, preferiblemente de boca estrecha. Apoye la botella en la boca del decantador. Hay que evitar cualquier violencia que perjudicará notablemente a un vino viejo.

5. Esté atento al cuello de la botella. La fuente de luz le permitirá comprobar perfectamente cuándo empiezan a aparecer posos. Es el momento en que debe dar la ceremonia por finalizada. Si lo ha hecho correctamente no debería quedar mucho más de uno o dos dedos de vino en la botella.

6. Recuerde: cuanto más joven sea el vino, más generosamente podrá trasvasarlo al decantador. Jarree sin miramientos y elija decantadores de base ancha que permitan una mayor superficie de contacto con el oxígeno.


lunes, 28 de enero de 2008

La vuelta al mundo en vinos

(Artículo publicado en El Periódico de Catalunya.)

En la bodega de los Viñedos de Ithaca, en Gratallops (Priorat), 21 jóvenes hacen girar un vino de espectacular tonalidad cereza mientras concentran sus sentidos en los exquisitos aromas florales que desprende. Pese a lo sublime de la sensación que les brinda el caldo elaborado por Sílvia Puig, lo catan y lo escupen sin remordimiento antes de apuntar sus impresiones en sus respectivos cuadernos.

Esta misma ceremonia la repetirán infinidad de veces durante todo un año, en el que visitarán viñedos y bodegas de 22 países, entre ellos Francia, España, Suecia, Chile, Brasil, Estados Unidos, Canadá y China. Es la vuelta al mundo del vino, por la que les guía el Diploma Internacional de la OIV de Management del Sector de la Viña y el Vino. Un máster que dirige la Universidad París X y que, por 1.500 euros mensuales, convertirá a estos amantes de la enología en auténticos expertos. Son filósofos, políticos, periodistas e informáticos de 13 nacionalidades con expectativas de convertirse en los futuros ejecutivos y responsables de decisiones del sector vitivinícola.

"De mi pasión, mi trabajo"
Conrado Herreno, el único español de la vigésima promoción del máster, poco podía imaginar que emprendería este camino tras formarse como matemático y estar trabajando en la consultoría de Amena durante siete años. "Decidí hacer de mi pasión mi trabajo y esta es una experiencia vital muy intensa y muy interesante por lo que se refiere a conocimientos", explica.

Herreno reconoce que en España existe poca inquietud para conocer las posibilidades del vino: "Lo bebemos porque lo producimos, pero no estamos muy preocupados por aprender acerca de él", admite. Marc Picón acompaña al grupo como coorganizador del módulo en Catalunya. Él, además, participó en la anterior edición: "Cuando finalicé el máster, me di cuenta de que haciendo lo que hacen los demás países no se podían conseguir buenos resultados: hay que ser mas ingeniosos, imaginativos y abiertos", suscribe.

Junto a sus compañeros de máster, Herreno ha visitado desde octubre, cuando empezó esta aventura, grandes zonas productoras francesas como Borgoña, Burdeos y el Languedoc y ha aterrizado en Catalunya de la mano el Institut Català del Vi (Incavi). Este organismo ha programado las visitas a productores como Torres, Roger Goulart, Agroterranea, Freixenet, Gramona, Albet i Noya, Raventós Blanc, Parés Baltà y Cordorniu antes de llegar al Priorat y su particular paisaje, donde les han recibido en Mas d'En Gil, Clos Mogador y finalmente en los Viñedos de Ithaca.

Nacionalismo francés
"Aquí empecé desde cero hace 10 años, con mi padre", les cuenta Sílvia Puig mientras les acompaña por su escarpada finca, entre 16.000 vides que se esfuerzan por crecer en el suelo pizarroso de licorella. Con sus vinos y un coraje que revelan sus manos, logra llenar 30.000 botellas en cada campaña.

La calidad de su contenido se intuye con las suaves exclamaciones de los alumnos. Arnaud Daphy es francés: "En Francia nos privamos de vinos del resto de mundo porque somos muy nacionalistas en lo que se refiere al vino", reconoce.
En su caso, el máster está ampliando su campo de visión "en 360 grados", comenta. "En Brasil, el sector está experimentando un crecimiento muy importante y también está entrando mucha producción francesa y chilena, pero por el contrario, los caldos españoles aún no son demasiado conocidos allí", sostiene la periodista brasileña Michelle Montaña.

Esa red internacional de experiencias e impresiones se irá reforzando a lo largo de un año de intensa inmersión en el mundo de los vinos. Cada uno extraerá sus conclusiones: "El mundo del vino es mas fácil de lo que parece. Yo siempre lo defino como: placer, pasión y, por supuesto, amistad", afirma Marc Picón.

viernes, 25 de enero de 2008

Cata de Vinos de Rioja

(Artículo publicaddo en MadridFusión.)

PATROCINADA POR D.O. CALFICADA RIOJA
"MIRADAS DEL RIOJA, LAS MIL CARAS INTERNACIONALES"

Guía Proensa 93, Wine Spectator 97,5, Decanter 92. Estas son las puntuaciones que uno de los más prestigiosos vinos tintos riojanos de la añada 2005 recibió en las pasadas ediciones de cada una de las guías y revistas mencionadas. ¿Cómo se explica esta variación, a pesar de quedar encuadrado en puntuaciones superiores a 90 puntos?.

Si bien la escala de puntuaciones es similar en los principales medios gastronómicos especializados a nivel mundial, utilizando para ello el baremo del 0 al 100 (o al 20 según los franceses), los criterios de valoración a uno y otro lado del atlántico distan mucho de ser tan cercanos.

Frutosidad, predominancia del roble sobre las características varietales, terroir, elegancia, modernidad o clacisismo son conceptos con un peso específico mayor o menor según hablemos de la crítica anglosajona o la tradicional europea en lo que a los vinos de la D.O. Ca. Rioja se refiere.
Con la dirección de Andrés Proensa y la presencia de críticos como John Radford, colaborador habitual de la revista Decanter; Gerry Dawes, crítico especializado y Rodolfo Herschman, entre otros especialistas internacionales, la Cata de Rioja celebrada entre las 10: 30 y las 12: 30 del miércoles en la Sala Roma del Palacio de Congresos del Parque de las Naciones profundizó en el porqué de estas preferencias, a través de una cata en la que los diferentes prescriptores mostraron sus gustos más personales dentro de la centenaria denominación riojana.

Los vinos catados fueron:
- Remelluri Blanco 2005
- Viña Tondonia Reserva Blanco 1999
- Propiedad Herencia Remondo 2005
- Roda I 2004- Torre Muga 2004
- Lan Edicion Limitada 2004
- Ysios Reserva Limitada 2001
- Conde de la Salceda Reserva 2001
- Barón de Chirel 2001- Castillo Igay Gran Reserva 1998
- 890 Reserva 1995

La critica especializada reconoce la calidad del vino "Oscar Tobía 2004"

(Artículo publicado en Agroprofesional.)

La Guía "Vivir el Vino 2008", una de las más prestigiosas y reconocidas, ha seleccionado el vino “Oscar Tobía 2004” para incluirlo en una lista donde aparecen los mejores 365 vinos de España del año 2008, otorgándole 94 puntos.

Este reconocimiento se une al que obtuvo el pasado año en el prestigioso concurso “Tempranillos al Mundo”, celebrado en la ciudad de Shangai.

En aquella ocasión, esta firma perteneciente a Bodegas Familiares de Rioja, PROVIR, recibió la Medalla de Oro, alcanzando una puntuación de 92 sobre 100 y obteniendo el segundo puesto de los 232 vinos presentados en su categoría.

La historia de Bodegas Tobía comienza en 1994, cuando Oscar Tobía recupera la bodega de cosechero de su familia, iniciando la construcción de unas instalaciones para embotellado, expedición y elaboración.

Allí se encuentra una de las naves más originales del mundo: con el cielo por testigo, frente a la Sierra de Cantabria, al abrigo de los vientos del norte y cerca del río Ebro.

Una continua política de reinversión de los beneficios obtenidos ha permitido que Bodegas Tobía disponga en la actualidad de unas modernas instalaciones para elaborar vinos de calidad.

Javier Gila, ganador del II Campeonato Nacional de Sumilleres

(Artículo publicado en MadridFusión.)

Ayer se celebraron la semifinal y la final del II Campeonato de España Trofeo Custodio López Zamarra - Madridfusión, que patrocinaba la Junta de Comunidades de Castilla la Mancha. Su ganador fue Javier Gila, sumiller de la tienda de vinos Lavinia, en Madrid, quien se impuso en la reñida final a dos al sumiller Bruno Murciano.

El concurso se desarrolló en dos fases. La primera de ellas, la semifinal, la más reñida y competida. De ella debían salir los protagonistas del momento de la verdad, que tendría lugar por la tarde en la Sala Polivalente. Para dilucidar cuál de los aspirantes debía llegar a ese momento, se contó con nueve profesionales de prestigio como integrantes del jurado: Alexander Berntsen, Sumiller Danés con gran numero de premios en su haber; Alipio Lara Olivares, Director del Instituto de la Vid y del Vino de Castilla-la Mancha, Carlos de la Morena, Presidente de la Televisión de Castilla-la Mancha; Carlos Falcó, bodeguero; Custodio López Zamarra, sumiller de Zalacaín; José Ribagorda, presentador de Informativos Tele5; Luis García de la Navarra, de la Asociación Madrileña de Sumilleres; Don Pelayo de la Mata, bodeguero, y Takayuki Kikuchi, Sumiller Japonés del restaurante Sant Pau Tokio.

De las pruebas realizadas en esa primera semifinal se llegó con Javier Gila y Bruno Murciano a una final que se desarrolló ante la expectación de un público numeroso en la Sala Polivalente del Palacio de Congresos del Campo de las Naciones.

La competición se resolvió en tres pruebas: Descripción de un vino tinto, un blanco y un espumoso; degüelle, decantación y servicio de un vino tinto; y maridaje de platos realizados en Madridfusión con un vino.

El resultado de todo ello, un nuevo campeón de este concurso con vocación de futuro: Javier Gila.

Premios MadridFusión al "MMejor Vino Español de menos de 30€"

(Artículo publicado en MadridFusión.)

Hoy hemos conocido los resultados de un concurso que ya ha conseguido hacerse con un espacio propio en el mundo del vino. Como recordarán, en el transcurso de la primera jornada de esta Cumbre Internacional de Gastronomía tuvo lugar la final de un certamen que alcanza en este 2008 su sexta edición premiando a los vinos más destacados de nuestro país, con un precio en bodega inferior a los 30 €.

En la final, celebrada el lunes 21 en el Palacio de Congresos del Campo de las Naciones, diez prestigiosos especialistas internacionales reunidos en dos jurados de cinco miembros cada uno y presididos por Don Carlos Falcó, marqués de Griñón, dilucidaron qué vinos se han hecho merecedores al premio en una cata a ciegas que se celebró a puerta cerrada. Hoy el Presidente de Honor de la Unión Española de Catadores, José Luis González Cledera, ha hecho entrega de los premios concedidos como resultado de aquella cata.

Este certamen ha sido organizado una vez más en 2008 por la Unión Española de Catadores (U.E.C.). Concede tres galardones en cada una de las categorías a concurso. Los vinos presentes en la final llegaron hasta ella tras una serie de catas elimitorias, todas realizadas a ciegas y por paneles seleccionados de expertos, en las que participaron cuatrocientas veinte referencias del vino español. Los vinos premiados son:

VINOS BLANCOS
-TERNA BODEGAS S.L. V3 VERDEJO VIÑAS VIEJAS RUEDA 2005
-BODEGAS JULIAN CHIVITE S.L. CHIVITE COLECCIÓN 125 BLANCO NAVARRA 2004
-A. PAZOS DE LUSCO S.L. ALBARIÑO LUSCO RIAS BAIXAS 2006


VINOS TINTOS
-BODEGAS HACIENDA MONASTERIO S.L. HACIENDA MONASTERIO RIBERA DEL DUERO 2005
-CILLAR DE SILOS S.L. TORRESILO RIBERA DEL DUERO 2005
-VIÑEDOS DE PÁGANOS S.L. EL PUNTIDO RIOJA 2004

VINOS ESPUMOSOS
-JOSEP Mª RAVENTÓS I BLANC S.A. ELISABET RAVENTOS CAVA 2002
-CASTELL SANT ANTONI S.L. CASTELL SANT ANTONI GRAN BRUT CAVA 2005
-GRAMONA S.A. CAVA GRAMONA III LUSTROS CAVA 2001


VINOS GENEROSOS Y DE LICOR DE ANDALUCIA
-BODEGAS BARBADILLO S.L. OLOROSO SECO VORS JEREZ-MANZANILLA
-BODEGAS TRADICIÓN TRADICION AMONTILLADO VORS JEREZ-MANZANILLA
-PEREZ BARQUERO S.A. LA CAÑADA PEDRO XIMENEZ MONTILLA - MORILES

"Ególatras que maltratan el vino"

(Artículo publicado en elmundovino.)

Coincidiendo con la llegada a las librerías de la última Guía Michelín de Gran Bretaña e Irlanda, el director de la revista 'Decanter', Guy Woodward, ha arremetido contra los cocineros de elite de su país, calificándolos de "ególatras interesados" que ponen su propia carrera por encima de las necesidades de sus clientes. En el mismo número, la columnista Fiona Beckett critica a los famosos 'chefs' mediáticos por sus pretensiones cada vez mayores, que no hacen justicia a los consumidores, particularmente a los amantes del vino. "El tipo de cocina que te dan en el típico restaurante de tres estrellas Michelín se ha hecho tan refinado y complicado, lleno de platos tan presuntuosos que a un vino decente le resulta difícil recibir algo de atención", escribe.

Woodward la apoya en su editorial: "El que a los cocineros no les preocupe el vino no es nada nuevo; pese a que están encantados de sacar un 40% de sus ingresos de la venta de vino, pocos chefs entienden de él", acusa. "Pero si los cocineros van a invertir todas sus energías en crear platos alucinantes de intrincada complejidad, ¿no deberían tener suficiente confianza para subir los precios, en vez de obligar a los amantes del vino a correr con los gastos de su vanidad?"

Los críticos "ensoberbecidos" son objeto de la ira de Woodward. "En muchos casos, los críticos culinarios son igual de ególatras, acompañando sus críticas 'anónimas' de su propia foto junto a su firma y aspirando a hacer carrera en la televisión antes que a aprender las cualidades básicas que hacen falta para llevar a cabo su trabajo; por ejemplo, ser capaz de valorar una lista de vinos. ¿El propósito de los críticos no es reproducir la experiencia que un lector ordinario puede esperar que le depare un restaurante? Eso no va a ocurrir nunca si todo el personal conoce tu cara".

Tras varios años hinchando la lista de restaurantes estrellados en Gran Bretaña, la Michelin ha echado esta vez el freno: no hay ningún nuevo 'tres estrellas' ni 'dos estrellas' en el país, lo cual ha decepcionado mucho a un público que se toma muy en serio la pequeña guía roja desde que empezó a ser una de las responsables de que se considere a Gran Bretaña, y en paricular a Londres, como una nueva meca gastronómica tras muchos decenios de desprecio.

jueves, 24 de enero de 2008

Cambio climático eleva graduación de los vinos y adelanta la vendimia

(Artículo publicado en Terra.)

Vino con más graduación, vendimias antes de tiempo, más plagas en la vid y caldos con menos ácidos y más difíciles de conservar, son algunas de las consecuencias que el cambio climático está produciendo en la industria del vino, y de las que se hablará en II Conferencia Cambio Climático y Vino 2008.

Según Pancho Campo, presidente de la Academia del Vino en España, entidad que ha organizado estas jornadas para los próximos 15 y 16 de febrero, hay que tener en cuenta que el vino se hace con uvas en cuyo crecimiento influyen el tiempo, la temperatura del sol, la radiación solar y la humedad, unos parámetros a los que está afectando de forma incuestionable el cambio climático.

Campo ha explicado a Efe que en los vinos sube la graduación alcohólica porque se acumula más azúcar en las uvas, que es lo que la levadura transforma en alcohol, y que, frente a los 12,5 grados de un rioja o un burdeos tradicional, ya se ven vinos en Aragón por encima de los 16,5%, e incluso hasta de 17 grados.

Baja la acidez, porque el calor disminuye la cantidad de ácido tartárico, sube el PH y aumenta el potasio en vino y uvas, con lo que el vino tiene menos frescor, es más empalagoso, se puede guardar menos y tienen más riesgo de contaminación microbiana.

Ha asegurado que en un estudio hecho en 27 regiones vinícolas, cuatro de ellas españolas, se ha constatado que ha habido un aumento de 1,2 grados de temperatura media, que la vendimia se ha adelantado un promedio de ocho días, y que se han alterado los parámetros de pluviosidad.

'Ahora llueve mucho cuando no toca, en época de vendimia, y muy poco cuando la planta necesita más agua, y estos cambios favorecen la aparición de muchas plagas, como la de topillo en la Ribera del Duero o las de la polilla de la mosca que hay en varias zonas vinícolas del país', destaca este experto.

Otro fenómeno que se ha detectado con el cambio climático es que hay más radiaciones ultravioleta del tipo B, que en los humanos se asocia al cáncer de piel, y que sobre las uvas quema la piel y hace que se sequen antes, lo que da lugar a aromas no deseados en el vino.

Además, en regiones en las que históricamente se ha plantado un tipo de uva se plantean cambiar a especies nuevas y gestionar de forma distinta la viña, lo que repercutirá también en los seguros y en la actividad económica, y ya se buscan nuevos emplazamientos para plantar vid, como en el prepirineo, la Alpujarra o la zona trasera de Sierra Nevada en España, o Chile y Nueva Zelanda, que son el futuro.

En este sentido, ha explicado que bodegas como Miguel Torres ya plantan en el prepirineo porque las proyecciones de organismos internacionales indican que, si a nivel global no cambia nada, habrá que buscar regiones a más altura y con zonas más frías para plantar.

Asegura que en esta zona de España ya hay un consorcio de 27 empresas vinateras que, apoyadas por la Unión Europea, investigan el impacto del clima en la viticultura, una práctica que cambiará hasta que no haya energías renovables y con menos emisiones de CO2.

También ha recordado que en el sur de Inglaterra se ha visto un gran potencial para hacer espumoso de calidad, algo que antes era impensable, como lo era que en Dinamarca se pudiera hacer vino tinto de calidad.-

Chardonnay: ¿grandeza o terruño?

(Artículo publicado en elmundovino.)

Como a menudo ocurre, una trama en La Sobremesa, nuestro foro de discusión, despierta la curiosidad, se buscan datos, se lee, se contrastan opiniones, y surge un tema apasionante. ¿Es la chardonnay una gran uva –para algunos la más grande entre las blancas– o simplemente algunos terruños la elevan a la categoría mundial? ¿Es realmente la chardonnay la mejor uva blanca del mundo? ¿Riesling, chenin blanc, grüner veltliner…? Castas grandes son todas las que son suficientemente completas para hacer un vino sin ensamblarla con otras (que no son tantísimas). Así que todas valen, pero ya dentro de éstas, consideramos la riesling mejor que la chardonnay.

La casta más grande intrínsecamente nos parece la riesling. La riesling es altamente aromática y con buena acidez, vive y se desarrolla años –decenios– en botella sin ayuda de una vinificación específica que le aporte elementos, es autocontenida, ya tiene todo lo que hace falta tener… La riesling es la diva, como dice nuestro amigo Michael Wöhr…

To chardonnay or not to chardonnay…

Nuestra postura es que la chardonnay es una uva más o menos neutra, que funciona magníficamente en Borgoña y Champaña por su facilidad de transmitir las características de un gran terruño. Champanes y borgoñas son grandes no por la chardonnay, sino por su terruño. Por ello no son igual los chardonnays de otros sitios. Si el vino no obtiene su carácter del terruño, lo tiene que obtener de la vinificación, básicamente de la crianza en madera. Por eso la gente suele decir que los aromas típicos de la chardonnay son los de humo, tostados, y mantequilla, que son notas provenientes de la barrica, ¡no de la uva! Si lo pensamos un poco la chardonnay en sí… ¡no tiene unos aromas demasiado claros! En climas fríos podrían ser la gama de manzanas y frutas blancas, que se van acercando a la piña y otras frutas tropicales según el clima va siendo más cálido, acercándose peligrosamente a los aromas del melón cuando el calor es excesivo a la vez que la acidez cae preocupantemente.

El secreto parece estar en los suelos calcáreos y un clima más bien fresco. En ausencia de esos factores los vinos pueden resultar pesados, la acidez baja rápidamente con el calor, y el vino no es ni tan complejo ni tan delineado y enfocado. Tal vez el hecho de que una casta de uva produzca los mejores vinos en un clima y en un terreno concreto pudiera ser la demostración más sencilla de que el terruño existe.

Lo que es realmente admirable es su adaptabilidad. Genéticamente la chardonnay parece ser una uva muy desarrollada, que reacciona muy bien a diferentes circunstancias, y que tiene un magnífico comportamiento en el campo, en la bodega y en la copa. Los rendimientos son relativamente altos, con una buena cantidad de azúcar y sin pérdidas demasiado apreciable. Responde bien a diferentes elaboraciones, con o sin madera, es bastante maleable y fácil de trabajar. Y el consumidor la adora. De ahí su éxito comercial. A principio de los años 70 apenas existía en California o Australia, y ahora las plantaciones en los Estados Unidos superan con creces las de Francia. Ha sido un éxito fulgurante.

Por muy tonto que pueda parecer, la facilidad de pronunciar su nombre en casi todas las lenguas del globo ha sido una de sus ventajas, haciéndola fácilmente reconocible a ojos del consumidor poco experto. Hay incluso una gran cantidad de gente que no sabe que chardonnay es una uva, y no tiene muy claro si es un estilo, una zona, o una marca… pero poco les importa, porque para ellos es una garantía.

Nuevo Mundo y Viejo Mundo

Si los ejemplares del Nuevo Mundo son generalmente acusados de pesadez, sopa de roble con algo de azúcar y baja acidez, también es cierto que el estilo californiano –y en general del Nuevo Mundo- se ha ido calmando un poco en los últimos tiempos, y que la máxima de que “más es mejor” se ha ido matizando y poco a poco se va buscando más equilibrio y menos la exageración, suponemos que tanto por el cambio de gustos en el consumidor como la madurez de los productores que van poco a poco buscando algo más en sus vinos que la potencia pura y dura. A su vez no pocos productores de la Côte d’Or han ido acercando el estilo de sus vinos al de los del ‘Nuevo Mundo’ a veces intencionadamente, y también el clima ha ido cambiando, con lo que los estilos van convergiendo, y es frecuente la confusión en catas ciegas, incluso por los más reputados expertos y elaboradores.

Por otro lado, el peligro de la pérdida de castas autóctonas, de la diversidad y el sabor local es también un peligro real. Los movimientos de opinión ABC ‘anything but chardonnay’, es decir, lo que sea menos chardonnay o cabernet, e incluso ‘anything but cencibel’ que decía alguien por aquí, que al empezar igualmente por ‘c’ se presta de la misma manera, demuestran la preocupación y saturación de ciertos sectores con la uniformización impuesta por las castas de moda y los gustos globales.

Cualquier momento en que hablamos de castas es bueno para recomendar una obra que nos parece maestra; no nos cansaremos de recomendar el magnífico libro de Jancis Robinson, ‘Vines, Grapes & Wines’, en el que están casi todos los secretos y las explicaciones de las castas, independientemente de que fuera escrito hace ya tiempo. Volvemos a él una y otra vez y consistentemente nos aclara las dudas y nos da las claves para desvelar mucho de lo que a menudo nos parece un misterio, con sus explicaciones claras y directas no exentas de cierto sentido del humor y de sentido común…

Respecto a sus orígenes y proveniencia, al igual que con la mayoría de las castas, todo el glamour y las leyendas de su procedencia están siendo destrozadas gracias al ADN. En este caso las investigaciones genéticas de la doctora Carole Meredith en California-Davis, apoyada por grupos europeos han demostrado hace tiempo que el chardonnay es un cruce autóctono y espontáneo de las castas pinot y gouais blanc. Todos los que durante años atacaron a los californianos por llamar a la uva pinot chardonnay se están ahora teniendo que tragar sus palabras. Si buscan en los libros la hoja del pinot noir y la de la chardonnay, verán que son prácticamente iguales…

Llegamos al final sin haber dicho casi un nombre, y a pesar de que consideremos la riesling mejor uva que la chardonnay, eso no quiere decir que dejemos de tener los blancos de Borgoña entre los mejores del mundo, y que busquemos algunas de sus etiquetas con avidez. ¿Chardonnay? ¡Sí gracias! ¿Y nuestros favoritos? En Champagne: Salon, Krug y Pierre Peters. Raveneau y Dauvissat en Chablis, aunque el primero a una distancia considerable –y alejándose– del segundo. En la Côte d’Or: Romanée-Conti (su Montrachet de 1988 es uno de los mejores blancos que hayamos bebido jamás), Jean-François Coche-Dury, François Jobard (tal vez los más puros de la Côte), Carillon, Bonneau de Martray, Michel Niellon, Bernard Morey, Ramonet, Roulot… Para que no haya confusión, nos gusta mucho más el estilo austero que el exuberante, las añadas frías que las calientes, la madera integrada que la evidente, la acidez que el alcohol. Por eso echarán en falta algunos grandes nombres en nuestra lista.

Pero realmente la mayor preocupación ahora no es respecto a la grandeza de la casta o el terruño. Es hacia la oxidación prematura, las producciones altas, el sulfuroso bajo, el exceso de ‘bâttonage’ y los corchos lavados con peróxido (agua oxigenada, vamos). Pero eso sí que sí, es mucho más que otra historia, es casi una pesadilla…

Pedro Ximénez. ¿Por qué queremos tan poco a nuestra joya dulce?

(Artículo publicado en TodoVino.)

Se acaba de celebrar en Madrid el III Salón de los Vinos de Montilla-Moriles, que un año más nos recuerda el patrimonio de uno de nuestros grandes vinos dulces históricos. Por cierto, ¿alguien recuerda haber tomado un pedro ximénez (PX) últimamente? ¿O quizás se lo ofrecieron como vino de postre en uno de esos restaurantes sibaritas que frecuenta? Seguro que la respuesta es no.

Después de haber pasado por el salón y haber probado la muy moderada cifra de 15 PX, una tiene claro que la pastosidad característica de nuestro dulce universal, cuando menos cansa. Y por encima de ese número resulta casi agotadora para el catador que más se precie. Pero no se trata de que usted se aventure por estas lides, sino que llegue a valorar y disfrutar este vino que, como demuestran cada vez con más frecuencia los elaboradores de la zona, es mucho más versátil de lo que pensábamos.

Alvear, bodega histórica por excelencia de Montilla desde 1729, lleva unos años apostando por el concepto de PX de añada; el mismo vino dulce, con su característico olor y carácter a pasas, pero privado de la bota y con la frescura de la cosecha reciente. A los americanos les vuelven locos estos vinos y ya Parker dio en su día un noventa y muchos a su cosecha 2000. El 2003 que estaba a disposición de los profesionales en el salón era muy fresco y frutal, con la densidad justa; un vino de postre moderno que no desentonaría en absoluto como broche a una cena bien “chic” con guiños a cocinas exóticas.

El concepto de renovación que practica Alvear tiene otro buen exponente en el PX Cosecha 2002, con un brevísimo paso de dos meses por madera. Aquí aparecen notas menos habituales como piel de naranja, guiños tostados en boca y una agradable sensación de opulencia. Es quizás algo menos caracterizado, pero satisface aún más si cabe el perfil del moderno consumidor de vinos. ¿Y qué me dicen del Reserva 1998 (22 euros la botella de 50 cl.) que rompe el tradicional sistema de criaderas y soleras de la zona y apuesta por la crianza estática? Después de cinco años en madera y uno en botella despide complejas notas a frutos secos, torrefactos y pasas, y en la boca ofrece una maravillosa textura aterciopelada.

El resto de bodegas de la zona se van subiendo al carro. Presentaban por primera vez PX de añada la Cooperativa La Purísima con un recientísimo 2004, tan fresco que aún tenía recuerdos de mosto y quizás con un dulzor algo excesivo en boca, y Pérez Barquero, con un vino algo más equilibrado, potente y sabroso. De esta última firma destaca también La Cañada PX, que se vende en el entorno de los 16-17 euros, con excelente carácter de crianza, opulento y el agradable contrapunto de un ligero amargor.

Otra firma de la zona especialmente inquieta y unida a la uva pedro ximénez es Toro Albalá, que presentó en el salón hasta cinco tipos distintos de PX. Me quedo con su joven de añada 2002 (10 euros), muy intenso y largo, con notas de pasa, toffee y bombón, y el PX Gran Reserva 1971, con excelentes aportes de crianza (complejidad de madera añeja, aceituna, dátiles y ligero contrapunto amargoso en boca).

La oferta es cuando menos muy correcta y especialmente ajustada en precio –no se olvide de los jóvenes de añada de corte moderno y muy asequibles si quieren tener un primer contacto menos duro-. A partir de seis o siete euros, hay PX disponibles en el mercado, aunque las soleras más viejas u otras elaboraciones especiales entran naturalmente en otra dimensión.

Cualquier tienda de vinos que se precie cuenta con algún PX para que inicie su aventura por uno de los grandes vinos dulces de España y el mundo. El vino, a fin de cuentas, es placer para los sentidos y el aficionado que empiece a recorrer estos vericuetos acabará llegando al capítulo dulce. Aquí está además la memoria histórica de los grandes vinos del mundo. Porque decir PX no dista mucho de decir sauternes, tokaji, oporto, madeira... ¿No le suena ahora un poco más grande?

RÁPIDO "ABC" DEL PEDRO XIMÉNEZ

¿Qué es? Un vino dulce de pasas que se elabora fundamentalmente en la denominación de Montilla-Moriles, así como en las de Jerez y Málaga. Los PX jerezanos se abastecen de uvas de Montilla, ya que esta variedad está muy poco presente en el Marco de Jerez

¿Cómo se hace? A partir de uvas pasificadas mediante su exposición al sol. Durante este proceso se produce una concentración de azúcares por la desecación y pérdida progresiva de agua. Posteriormente se molturan y prensan en varias fases. Al mosto obtenido se añade alcohol y vino y posteriormente pasa a criarse en las botas por el sistema de criaderas y soleras.

El PX es un vino que no fermenta. La concentración de azúcar del mosto obtenido es tan alta –se obtienen 70 litros por cada 100 kilos de uva- que las levaduras son incapaces de transformarla en alcohol. Apenas se producen fermentaciones parciales y el grado se obtiene por la adición de alcohol (encabezado).

Claude Bourguignon: el hombre que susurra a las raíces

(Artículo publicado en TodoVino.)

Evalúa el viñedo estudiando lo que está oculto: el terreno bajo la superficie y las raíces. Este experto en microbiología del suelo es un personaje clave de la viticultura actual y una de las voces que se alzan más altas y claras contra el uso de productos químicos en la viña. Pudimos charlar con él y verle trabajar hace unas semanas en los viñedos de la bodega de Ribera del Duero Alonso del Yerro.

Claude Bourguignon no es un asesor vinícola al uso. Está bastante lejos de pasearse por los cinco continentes atendiendo una agenda frenética, pegado a su teléfono móvil y concediendo entrevistas aquí y allá. Y eso que tiene clientes en Italia, Austria, Suiza y desde hace muy poco, también en nuestro país, aunque la gran mayoría esté repartida por toda la Francia vinícola: Borgoña –donde reside cuando no tiene ningún viñedo que explorar–, Champagne, Alsacia, Loira, Jurançon, Ródano, Languedoc-Rousillon y, por supuesto, Burdeos.

Pero más impresionan aún los nombres de sus asesorados, responsables de algunos de los vinos más personales y buscados del mundo. Entre ellos: Romanée-Conti, Leflaive, Drouhin (Borgoña), Jacques Selosse, Fleury (Champagne), Hugel, Marcel Deiss (Alsacia), Coulée de Serrant (Loira), Chapoutier, Beaucastel (Ródano), Mas de Daumas Gassac (Laguedoc Rousillon), Ausone, Pavie, Canon La Gaffelière, Smith Haut Lafitte (Burdeos) o Elio Altare (Italia).

Si quieren encontrarle en España tendrán que intentar coincidir con él y su mujer, la también científica Lydia Gabucci, en los dos viajes al año que realizan a Ribera del Duero, a la pequeña bodega de Alonso del Yerro, y desde ahí, últimamente, al viñedo de Carlos Falcó en los Montes de Toledo, donde están dirigiendo algunas nuevas plantaciones que contrastan con las realizadas hasta ahora en la propiedad bajo los dictados del gran gurú de la viticultura del Nuevo Mundo Richard Smart.

El vino visto desde el fondo de un agujero
Pero, ¿qué hace exactamente Claude Bourguignon? Este ingeniero agrónomo francés ha alcanzado fama internacional por sus trabajos sobre la microbiología del suelo. De hecho fue uno de los primeros en alertar, en los años setenta, de la degradación que estaban sufriendo numerosos viñedos franceses debido al uso de pesticidas y productos químicos cuya consecuencia más directa y devastadora era la pérdida de la vida microbiana del suelo. Son esos microbios, desde la óptica de Bourgignon, los que asimilarían parte del carácter de la tierra y lo trasladarían a la planta aportando características específicas y distintivas a sus uvas (el terroir explicado desde otra perspectiva) y, en consecuencia, a los vinos que con ellas se elaboran.

En 1999 creó junto a su mujer, LAMS (Laboratoire d’Analyse Microbiologique de Soils), una firma que presta sus servicios no sólo a viticultores, sino a agricultores en general y a compañías que gestionan zonas verdes (incluidos campos de golf) además de colaborar con la Agencia Francesa para el Desarrollo y diversas ONGs en distintos países. Algo que, en la práctica, le ha dado acceso a más de 5.000 análisis de tipos de suelo en todo el planeta.

Su perspectiva del viñedo se concentra en la parte que está oculta. Trabaja metido en un agujero realizado a modo de calicata midiendo la profundidad que alcanzan las raíces, el espesor de las distintas capas del suelo, tomando muestras para analizar y examinando la ausencia o presencia de vida microbiana en cada una de ellas. Un rápido vistazo le basta para saber cómo se ha tratado a la tierra. La excesiva compactación, la ausencia de vida o el crecimiento horizontal de las raíces se interpretan como síntomas claros de degradación.

Un día de trabajo con los Bourgignon
A mediados de diciembre tuvimos la oportunidad de verle realizar todas estas tareas en los viñedos de Alonso del Yerro, ubicados en el municipio de Roa en la parte burgalesa de la Ribera del Duero. Un día de cielo azul intenso, pero muy frío y con un viento de esos que corta la cara.

Cuando llegamos, los Bourguignon llevaban ya varias horas trabajando. Vestidos con traje de faena, Claude iba con un sombrero bien calado y estaba en el agujero número nueve (de un total de 15 practicados) del Quinto de Pedro, una parcela de 10 hectáreas que constituía el objeto de análisis de la visita. Se podían ver perfectamente las raíces, muchas de ellas aún creciendo en horizontal y otras orientadas a conquistar las capas inferiores del terreno. Hay que conseguir que atraviesen la capa superior de arcilla para llegar al estrato calizo, más profundo y capaz de aportar mineralidad al vino.

A pie del agujero, Lydia, la mujer de Claude, y Lionel Gourgue, enólogo de Alonso del Yerro, van tomando nota de las mediciones y comentarios. Con ellos, María y Javier, los propietarios de la bodega, son de los pocos asesorados que participan en el periplo de calicatas haga el tiempo que haga.

Alegría en el “número 12”: ¡las raíces llegan a 1,40 metros de profundidad! En otra de las fosas practicadas, Claude descubre que las capas del suelo están alteradas (“¡Otra de las barbaries de los ochenta!, exclama), probablemente por el uso de una maquinaria muy agresiva con el terreno.

El actual “tratamiento” de los viñedos de Alonso del Yerro incluye la plantación de cereales entre hileras de cepas o la utilización de un compost (abono) que se hace en la propia bodega a partir de excrementos animales mezclados con tierra calcárea y sarmientos desmenuzados. La bodega cuenta con un certificado de “producción integrada” (que viene a reconocer un uso prioritario de métodos y tratamientos naturales sobre los químicos) y utiliza un sistema de depuración y aprovechamiento de aguas residuales.

Muchos de los viñedos que asesoran los Bourguignon trabajan de manera biodinámica. ¿Debe ser ése el objetivo? Claude reconoce la efectividad de muchas de sus prácticas y en especial su capacidad para aumentar la vida microbiana en el suelo. No obstante, propone un acercamiento lento y paulatino a esta filosofía: cuando el viñedo esté preparado para ello.

Lydia sintetiza muy bien en una frase la esencia de su trabajo: “No decide el viticultor; decide el suelo y hay que escuchar su voz; no se puede ir contra él”.

Raíces contra hojas
En los últimos años, los avances en viticultura propugnados desde el Nuevo Mundo han puesto gran parte del énfasis en la conducción de la viña y la masa foliar (el famoso canopy managment) con el nada despreciable objetivo de conseguir la mayor producción posible en la viña con resultados cualitativos satisfactorios. Ha sido una de las patas del “milagro australiano” y de la competitividad de sus vinos en los mercados internacionales en cuanto que ha ayudado a producir una cantidad importante de marcas de calidad y con continuidad en el tiempo. La efectividad del sistema ha hecho que se extienda por los viñedos de medio mundo.

Si Richard Smart ha sido el principal impulsor de estas técnicas cuya filosofía se recoge en la obra Sunlight into wine (algo así como “Luz en el vino”), Claude Bourguignon se rebela contra estos presupuestos: “¿Por qué tanta atención a las hojas que dan mayor producción en la viña y más azúcar a las uvas?”. Por contraposición, su libro de referencia se titula Le sol, la terre et les champs (“El suelo, la tierra y los campos”).

Víctor de la Serna reflejó hace unos meses en elmundovino.com el encuentro entre ambos durante una sesión de trabajo en Dominio de Valdepusa, la finca que posee Carlos Falcó en los montes de Toledo. En su artículo concluía: “La era Smart creó un buen viñedo y unas buenas uvas. La era Bourguignon pretende subir al nivel superior”.

Es probablemente lo que buscan Javier Alonso y María del Yerro en su propiedad de Ribera del Duero, obsesionados con la calidad y muy poco con la cantidad (de la cosecha 2005 se han elaborado 35.000 botellas de su vino básico Alonso del Yerro y 15.000 del más ambicioso María). Una filosofía que justifica la búsqueda de reputados asesores para sus vinos. Stéphan Derenoncourt, el hombre que revolucionó Burdeos con sus ideas borgoñonas ha estado presente desde la puesta en marcha del proyecto en la que es su primera y, de momento, única experiencia en España. Y de su mano llega precisamente Claude Bourguignon repitiendo una asociación de “super-asesores” que se da ya en varias firmas francesas.

El gusto del terroir
¿Cómo se refleja esta pasión por el suelo y las raíces en el vino? Al final de la mañana, en la sala de crianza probamos directamente de barrica los 2006 que saldrán al mercado a mediados de este año. Frente al Alonso del Yerro no pude evitar comentar que encontraba una cierta mineralidad y que ésa me parecía una nota característica de los vinos de la casa frente a otros tintos de Ribera del Duero. Para mi sorpresa, Claude dijo no percibirla en absoluto.

Su definición de mineralidad es un gusto a caliza y con un ligero carácter salino. En la cata de vinos Bourguignon busca una “identidad” diferenciadora. ¿Qué opina de los vinos españoles? “He probado muchos vinos bien hechos, pero sin identidad”, responde. No es un ataque a nuestras etiquetas; le sucede lo mismo en la Borgoña de los terroirs: “Hace poco catamos seis grands échezeaux, pero sólo en dos de ellos aparecía la personalidad tan característica de este terruño”, explica.

Sin embargo, se alegra cuando probamos el María 2006, un tinto en el que yo encuentro una mineralidad mucho más acusada y él detecta por primera vez una conexión con el terruño. Es la prueba de que las cosas van por buen camino.

¿Existe el viñedo ideal? Quizás los Bourguignon puedan construirlo en Cahors, donde esperan hacer realidad una gran parte de sus sueños vitícolas tras adquirir una propiedad en la que lidiarán con la variedad característica de la zona, la malbec, en un suelo olvidado –y por tanto libre de pesticidas y productos químicos– con forma de anfiteatro (laderas con una maravillosa riqueza de orientaciones) y en el que trabajar desde cero.

Seguramente, plantarán en pie franco ya que consideran que los portainjertos americanos duplican los rendimientos, acortan la vida de las cepas y alejan a la vitis vinifera europea de su tendencia a buscar los elementos calizos del suelo. Y, por supuesto, nada de pesticidas que degraden el terreno.

¿Cultivarán de forma biodinámica? Lydia dice que probablemente no lo hagan al 100% porque está convencida de que, ante un problema importante, tanto en la viña como en la vida real, utilizaría todos los medios a su alcance para solventarlo.

En cualquier caso, sea cual sea el proceso y tarde lo que tarde, ¿no les gustaría probar un vino diseñado y concebido desde el suelo?


El Mejor Vino Blanco de Madrid Fusión para Verdejo V3

(Artículo publicado en El Catavinos.)

La VI edición de la Cumbre Internacional de Gastronomía, Madrid Fusión 2008, ha premiado al Verdejo, V3 (Verdejo, Viñas, Viejas) con el Primer Premio al Mejor Vino Blanco Español.

Un 100% Verdejo elaborado con las escasas cepas viejas (entre 80 y 120 años de antigüedad) que todavía quedan en la zona de Rueda y, que sin duda están proporcionando vinos de alta calidad. Seleccionado entre los diez Mejores Vinos Blancos por debajo de los 30 Euros, V3 se convirtió en el ganador al destacar en la última fase contra sus competidores.

El pasado 21 de enero se conocían estos resultados y, será mañana cuando el enólogo y gerente de Terna Bodegas S.L, Richard Sanz, recoja el tan merecido Primer Premio al Mejor Vino Blanco Español en el Palacio Municipal de Congresos del Campo de las Naciones en Madrid.La bodega vallisoletana Terna Bodegas S.L perteneciente a la D.O Rueda, acoge a este blanco ganador de Madrid Fusión 2008.

Fermentado en barrica nueva francesa (8 meses) y gozando de una viticultura ecológica, V3 ha deleitado con su frescura y tonos minerales al tan respetado jurado de Madrid Fusión. Un evento que, año tras año, se rodea de los más prestigiosos profesionales del sector culinario. La Unión Española de Catadores, UEC, se ha encargado durante una edición más de completar la parte vinícola de Madrid Fusión. Un complejo grupo de profesionales fueron los seleccionados como jurado para las diferentes categorías de premios a los Mejores Vinos del 2008.

miércoles, 23 de enero de 2008

Adrià pone la cocina en su sitio.

(Artículo publicado en Expansión.)

Tras cerrar un ejercicio cargado de premios y distinciones, el chef optó por superar su examen anual en Madrid Fusión sin discursos filosóficos, ni nuevas técnicas, ni revoluciones tecnológicas. En su lugar, erigió como renovado protagonista a los platos.

Asegura que quiere crear un lenguaje culinario en el que, igual que en el universo lingüístico las letras se unen en palabras y éstas en frases, las recetas y los procesos de elaboración de los platos queden codificadas. Ferran Adrià se subió ayer al escenario de la sexta edición de la Cumbre Internacional de Gastronomía Madrid Fusión sin otro arma que sus platos. Aunque no cocinó en directo (algo que ya es costumbre en sus intervenciones), gracias a un power point, mostró una veintena de elaboraciones que, en su opinión, son lo más destacado de lo que se ha hecho en El Bulli (su restaurante de Cala Montjoi, en Rosas, -Gerona-) en el último año.

Sueño
"El sueño de El Bulli y el mío es crear un lenguaje propio", anunció Adrià nada más pisar el escenario de la cita gastronómica, que concentra más de 600 asistentes. Mientras en ediciones anteriores el cocinero se dedicó a desgranar sus proyectos, ayer cambió de tercio. "Si somos capaces de concebir técnicas y conceptos nuevos y de establecer una nueva línea filosófica, podremos crear un lenguaje; pero lo realmente importante es poder traer aquí cada año elaboraciones. Será así como logremos ampliar el lenguaje de la alta cocina", sintetiza Adrià.

Lo dice tras superar un ejercicio 2007 de vértigo: participó en la cita artística Documenta, fue galardonado con la Medalla de Oro a las Bellas Artes y fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad de Barcelona. "Me niego a entrar en el debate de qué es la cocina y del papel de la tecnología en nuestro trabajo", señaló Adrià.

Ayer, no citó ninguna de estas distinciones y se centró en la simbiosis entre el mundo dulce y el salado. Para demostrar que la frontera del gusto es cada vez más débil, puso algunos ejemplos: una tableta de chocolate sin azúcar -"algo muy importante para la gente diabética"- o trampantojos varios como un falso risotto de moras o unas orquídeas comestibles de pega. "La cocina tiene que ser libertad y no polémica, para que cada cocinero haga lo que quiera en su restaurante, que es una entidad privada", apuntó Adrià.

Con esta tesis parecen comulgar muchos chefs. "Cada cocinero tiene que tener su espacio y hacer lo que siente y lo que ha aprendido", opina Juanjo López Bedmar, propietario del restaurante madrileño La Tasquita de Enfrente. Este ex ejecutivo metido a cocinero presentó ayer, acompañado por Pepe Chamorro, director de la agencia de publicidad Delvico, el último grito del lujo gastronómico: un bocadillo crujiente de anchoa o una gamba roja salseada con el jugo de su cabeza; una opción que él llama "minimalismo radical".

Competidor
En su aparición, Adrià rivalizó sin pretenderlo con un curioso competidor mediático: Alberto Ruiz-Gallardón. El cocinero atrajo a más de cuarenta cámaras (fotográficas y de televisión) al comienzo de su demostración en Madrid Fusión. Durante la explicación de sus recetas, llegó Ruiz-Gallardón. "Bienvenido, alcalde", dedicó un sonriente Adrià desde el escenario al edil madrileño, que siguió al detalle su ponencia desde primera fila y que se vio rodeado, más tarde, por un centenar de cámaras cuando le tocó compartir protagonismo con el chef catalán.

David Muñoz, la revelación del año
Es el cocinero del año para la crítica gastronómica especializada, que, a través de una votación realizada el pasado diciembre y organizada por Madrid Fusión, le ha elevado hasta este puesto. Es David Muñoz, del restaurante DiverXO, situado en el madrileño barrio de Tetuán y centrado en una increíble cocina de fusión, con platos como la Spanish toltilla. No olviden su nombre porque dará que hablar: eso sí, ármense de paciencia porque, hasta ahora, se necesitaban tres semanas para reservar.

"Es una cocina viajera que tiene un trasfondo cultural (en su local, se explica al detalle la historia de cada plato y sus ingredientes)", señala a EXPANSIÓN este cocinero de 28 años, formado con Abraham García en Viridiana y en Londres en establecimientos como Hakassan y Nobu. Competía con otros jóvenes chefs (todos debían reunir la condición de haber abierto su restaurante durante el último año): Alberto Molinero, de Lola (Vitoria); Pedro Rodríguez, de La Gañanía (Tenerife); Rafael Peña, de Gresca (Barcelona); Quique Barella, de El Alto de Colón (Valencia); y Edorta Lamo e Íñigo Cojo, de Fuego Negro (San Sebastián).

¿Qué hay que pedirle a un albariño?

(Artículo publicado en TodoVino.)

Es uno de los vinos más fascinantes de España. Se ha convertido en el mejor embajador “blanco” de un país de tintos gracias a su carácter único y diferencial y a la perfecta combinación de frescura y cuerpo que es capaz de ofrecer. En este artículo les proponemos una selección de nuestras etiquetas favoritas y les damos algunas claves para apreciar y valorar el que quizás sea nuestro blanco más internacional.

Los americanos -y los anglosajones en general- que han tenido la oportunidad de probarlos adoran los blancos de albariño. No es extraño porque frente a la paleta de sabores relativamente “tradicionales” que se ofrecen en su mercado (chardonnay, sauvignon blanc, riesling...), los blancos de esta verde y turística región gallega aportan un factor diferencial. Ese sabor “particular”, a medio camino entre la hierba fresca, el laurel o el hinojo y una fruta que recuerda la manzana, el melocotón o incluso las frutas tropicales puede ser el mejor revulsivo frente a la consabida -¿y aburrida?- “mantequilla a la nuez” de los omnipresentes chardonnays fermentados en barrica.

El albariño, además, es un vino “con boca”. Tiene estructura y una agradable glicerina que llena el paladar. Y es refrescante, con la viveza que la da su buena acidez. Es, sin duda, el sello de la influencia atlántica que, en ocasiones, también aporta una ligera nota salina. Cuando todos estos elementos están bien definidos y conjuntados, uno se planta frente al mar, respira la brisa fresca y se deleita con el verdor del paisaje gallego; todo sin salir de la sala de cata.

Aunque, desde luego, es mucho más gratificante conocer el albariño in situ, algo relativamente fácil si se tiene en cuenta que las Rías Baixas gallegas constituyen un destino turístico frecuente y cercano. Si tienen la oportunidad de viajar por sus viñedos (hay una “Ruta del Vino” organizada) descubrirán que proliferan las pequeñas bodegas familiares o de tamaño medio y que los productores que superan el millón de botellas se pueden contar con los dedos de una mano.

También descubrirán uno de los paisajes más verdes del viñedo español. Frente a otras regiones azotadas por la canícula, Rías Baixas se caracteriza por sus viñedos frondosos en la que abunda el emparrado (una forma de buscar una buena aireación para las uvas). La cara negativa viene del riesgo permanente de lluvias en vendimias y de los numerosos tratamientos necesarios contra los estragos de la humedad y las enfermedades asociadas a ella. Sin embargo, la zona cuenta con el sol suficiente para madurar las uvas y obtener sin problemas blancos de trece grados.

El minifundismo tan característico de Galicia ha sido una traba para las bodegas que han querido hacerse con un viñedo importante. De hecho, Rías Baixas es una de las denominaciones más grandes en cuanto a número de viticultores se refiere, con unos 6.000. Si buscamos el extremo opuesto, casi duplica los 3.200 que controlan 30.000 hectáreas de viñedo en Jumilla, pero con la salvedad de que la denominación gallega está algo por debajo de las 3.000 hectáreas. La enorme parcelación del viñedo, sumada a las distintas orientaciones y altitudes conforma un marco tan heterogéneo que dificulta tremendamente la vendimia si se quiere recoger las uvas en perfecto estado de madurez. Todo esto se traduce en el encarecimiento de la mano de obra y en uno de los precios de la uva más altos de España.

La consecuencia más evidente de todo ello es que el albariño es un vino relativamente caro. Esto obliga a elegir bien y a asegurarse de que el producto valga realmente lo que se paga por él.

Cómo reconocer un buen albariño

Cuando catamos para La Guía TodoVino somos especialmente exigentes sobre un aspecto. Exigimos a los albariños que huelan y sepan como tal, esto es, que ofrezcan una “tipicidad” característica. Esto, que a muchos les parecerá obvio, no lo es tanto en la mesa de cata, a la que llegan blancos de Rías Baixas sencillos y correctamente elaborados. Sin embargo carecen de una personalidad distintiva.

La denominación de origen está actualmente dividida en cinco subzonas. El valle del Salnés es la más conocida del gran público y la más llana. Se extiende en torno a Cambados y cuenta con una presencia prácticamente única de albariño en el viñedo; Condado do Tea es la más interior y meridional, y también la más accidentada. Se extiende al norte del Miño frente a Portugal. Siguiendo hacia la desembocadura de este río en el Atlántico está O Rosal, una zona bastante calurosa. Aquí además de la albariño tiene su importancia la variedad loureira y en Condado la treixadura. Existe también la subozna de Soutomaior, mucho más pequeña en extensión, ubicada junto al río Verdugo, y Ribeira do Ulla, en la cuenca del río de este nombre, pero que carece de relevancia para este artículo ya que se dedica fundamentalmente a la elaboración de tintos.

Pese a las diferencias geográficas entre una zona y otra, la mayor o menor influencia del mar y la composición y fertilidad de los suelos, la albariño ejerce como elemento aglutinador. De hecho, Rías Baixas es sinónimo de albariño. Incluso en las subzonas que cuentan con otras variedades, éstas tienen una presencia bastante menor y los mejores blancos que se elaboran en las mismas suelen ser monovarietales de albariño o, como ocurre en la gama Veigadares de Adegas Galegas, incorporan porcentajes mínimos de otras uvas.

¿Qué elementos contribuyen a potenciar la personalidad de la albariño? O, al contrario, ¿qué factores contribuyen a que ésta se diluya? En un clima húmedo que da vigor a la planta, los altos rendimientos, indudablemente, restan carácter. En añadas difíciles –y Rías Baixas es una zona difícil climatológicamente hablando- quien no selecciona y se queda con lo mejor (a costa de reducir la producción y número de botellas), perderá limpieza y nitidez en los vinos. Aunque quizás el elemento más irritante viene del uso de levaduras seleccionadas que estandarizan los aromas (plátanos, tropicales) restando su carácter distintivo a la variedad. Por último, los embotellados precoces para igualarse comercialmente en el mercado con otras zonas no permiten conseguir los albariños más caracterizados, fruto de la espera reposada en contacto con las lías. Las lías son los restos de las levaduras muertas que han hecho posible la fermentación; su contacto con el vino le dota de mayor complejidad y permite la aparición de nuevos aromas.

Así solemos encontrarnos frente a tres bandas de calidad: los albariños top tremendamente expresivos y caracterizados, que conforman la cima de la pirámide; albariños algo más sencillos pero en los que se reconocen elementos propios de la variedad y la zona; y blancos más o menos correctos en su elaboración que, catados a ciegas, nunca identificaríamos como albariños o no nos llamarían la atención como tales.

Lo que sigue es una selección de lo más interesante, entre las nuevas añadas presentadas en el mercado, de lo que ha llegado de Rías Baixas a nuestra mesa de cata hasta la fecha. Como podrán comprobar, la gran mayoría de vinos pertenece a la cosecha 2005, una añada casi tan abundante en cantidad como su predecesora 2004, aunque a nuestro juicio ligeramente inferior. Este hecho, sin embargo, apenas es perceptible en las marcas más sólidas que, un año tras otro, marcan la pauta en la zona.

También hemos dedicado un apartado a los albariños de elaboraciones especiales donde encontrará aquellos de crianzas más prolongadas en depósitos de acero inoxidable, buenos ejemplos de albariños criados en madera y alguna que otra práctica rompedora como es el caso de la maceración con nieve carbónica. En los dos primeros casos, estamos ante vinos cuyo objetivo es demostrar la nobleza de la uva para desarrollarse en la botella, haciéndose más compleja y demostrando su capacidad para aguantar el paso del tiempo. Los precios de estos vinos suelen ser más elevados que los de los albariños al uso, pero los mejores ejemplos demuestran su capacidad para codearse con otros blancos internacionales de calidad, respecto a los cuales los blancos españoles han estado siempre uno o más escalones por debajo.

Nuestros favoritos

Lusco 2005. Amarillo verdoso brillante. Complejo en nariz, intenso y franco, fruta madura, laurel, manantial, hinojo, montebajo, balsámico. Boca amplio, fresco, muy expresivo, sensación grasa y excelente acidez. Paso elegante; largo y aromático.

Nora 2005. Amarillo verdoso. Fino e intenso en nariz, fruta blanca y de hueso (albaricoque, melocotón), toque salino y de hierbas. Boca sabroso, graso, afrutado, acidez perfectamente ensamblada, muy expresivo y equilibrado; largo final frutal.

Fillaboa 2005. Pajizo verdoso vivo. Muy limpio en nariz, con notas he heno, fruta fresca, hierbas aromáticas, laurel, hinojo. Boca sabroso, complejo, aromático, muy fresco, con sensación frutal intensa; final largo y persistente.

Pazo de Señorans 2005. Amarillo verdoso. Aroma intenso y fino en nariz, fruta fresca, flor, hinojo, hierbas aromáticas, membrillo. Boca sabroso, equilibrado, muy aromático y fresco, con cierta untuosidad y con recuerdos de hierbas aromáticas.

Rubines 2005. Pajizo verdoso. Aroma de intensidad media, con cierta complejidad, fruta madura de hueso, manantial, hierbas aromáticas. Boca sabroso, untuoso a la vez que fresco, con cuerpo y buen equilibrio. Largo final varietal.

Lagar de Cervera 2005. Amarillo alimonado brillante. Aroma intenso y franco, fruta madura, toque salino. Boca seco, sabroso, afrutado, largo y untuoso, sensación de frescura y excelente equilibrio.

Albariños de elaboraciones “especiales”:

Pazo de Señorans Selección de Añada 2001. El pionero de los albariños de crianza en depósito y pensado para “crecer” en la botella. Amarillo verdoso. Aroma a lichis, nísperos y frutas exóticas; fresco y vivo, con un fondo de hierba verde. Boca amplio, graso, expresivo, intenso; nota salina y gran persistencia.

Gran Veigadares 2003. Nuestro favorito entre los que se elaboran con madera y con un potencial importante para desarrollarse y aguantar en la botella. En este capítulo valoramos sobre todo el equilibrio entre fruta y roble y que éste último no ahogue a la variedad. Amarillo dorado intenso. Aroma complejo y fino, pomelo, noble reducción (frutos secos), hierbas. Boca potente, muy sabroso, con buena acidez, complejo, graso, envolvente, con cuerpo, madera algo presente en final de boca pendiente de armonizar.

Veigadares 2005. El hermano menor del anterior, con mayor juventud, pero no exento de interés e incluso con mayor sutilidad de la madera. Amarillo pajizo. Franco y fino en nariz, fruta de hueso (melocotón), hierbas aromáticas, agradable sensación cítrica y sutiles maderas. Boca sabroso, seco, con buena acidez, cítricos, final con recuerdos tostados de su crianza.

Gallaecia 2004. Un albariño diferente que sólo se elabora aquellos años en que las condiciones climáticas permiten realizar una vendimia tardía de la que una parte importante de la uva está atacada por la botritis cinerea (podredumbre noble). Ámbar cobrizo. Aroma complejo en nariz, hidrocarburo, notas melosas, cítricos, tostados. Boca sabroso, con carácter, aromático, con notas cítricas, frutos secos; final complejo.

Don Pedro de Soutomaior Neve Carbónica 2005. Un albariño marcado por una elaboración especial (maceración en frío en ausencia de oxígeno gracias a la utilización de hielo seco) que se traduce en aromas muy intensos a fruta exótica madura y hierbas aromáticas. Boca sabroso, fresco, sencillo pero bien equilibrado.

Otros albariños recomendados

Fillaboa Finca Monte Alto 2004. Amarillo verdoso brillante. Aroma a fruta carnosa de hueso, complejo, con notas de heno y flor seca. Boca sabroso, seco, graso, con la acidez que debe aún integrarse; persistencia media.

Terras Gauda 2005. Amarillo verdoso. Aroma limpio y de buena intensidad, varietal, fruta madura de hueso, nota salina. Boca sabroso, equilibrado, vivo y untuoso. Final varietal con agradable recuerdo salino.

Don Pedro de Soutomaior 2005. Amarillo verdoso. Intensidad media, heno, fruta fresca, fondo de hinojo. Boca sabroso, fresco, con una agradable nota salina y fino deje amargoso.

Pazo de Barrantes 2005. Dorado verdoso. Aroma limpio, fresco y fragante, hierba aromática y fruta madura (melocotón). Boca sabroso, con notas untuosas, seco, paso aromático y final varietal con toque salino.

La Val Finca de Arantes 2005. Amarillo dorado. Aroma franco, de buena intensidad, fruta madura, notas de laurel y eucalipto. Boca sabroso, seco, graso y frutal, buena acidez y toque salino; final aromático.

Lagar do Castelo 2005. Amarillo matiz verdoso. Aroma franco, intensidad media, fruta madura, laurel, eucalipto. Boca sabroso, varietal, con relieve y cierta untuosidad; fresco y equilibrado. Final de media persistencia con notas de fruta madura.

La Val 2005. Amarillo matiz dorado. Fruta en almíbar, floral y herbáceo. Boca sabroso, fresco, afrutado, con agradables notas salinas y un fondo frutal de notas herbáceas.

Granbazán Ámbar 2005. Amarillo alimonado. Aroma franco y varietal, fruta madura carnosa, laurel. Amable y untuoso en boca, sensación de dulcedumbre, adecuada acidez; final frutal de buena persistencia.

Martín Códax 2005. Amarillo verdoso. Aroma franco en nariz, hierbas aromáticas, fruta fresca, heno. Boca equilibrado, ligero, fresco, fácil paso de boca, final con agradable punta ácida.

Tollodouro 2005. Amarillo verdoso matiz dorado. Limpio en nariz, toques anisados y a laurel. Boca sabroso, ágil, con agradables puntas ácidas; final afrutado y a hierbas aromáticas.

martes, 22 de enero de 2008

Torre Muga 2004, entre los 10 mejores tintos del mundo según Wine Spectator

(Artículo publicado en larioja.com.)

Un elenco resultado de la cata de 15.000 muestras durante el año 2007, procedentes de las regiones vinícolas más afamadas de 13 países, de las cuales 3.500 han alcanzado una puntuación de 90 e incluso algunas de ellos más alta

Torre Muga 2004 está entre uno de los 10 mejores tintos del mundo del año 2007, según la prestigiosa revista norteamericana especializada en vinos, Wine Spectator.

La lista de los otros nueve vinos que copan las primeras posiciones de la lista es la siguiente: Robert Mondavi Cabernet Sauvignon Napa Valley Reserva 2004, Antinori Toscaza Tignanello 2004, Tenuta dell`Ornellaia Bolgheri Superiore Ornellaia 2004, Château Léoville Las Cases St.- Julien 2004, Clos des Papes Châteauneuf-du-Pape 2005, Le Vieux Donjon Châteauneuf-du-pape 2005, Two Hands Shiraz Barossa Valley 2005, Mollydooker Shiraz Mclaren Valley 2006 y Domaine du Pègaü Châteauneuf-du-pape Reserva 2004.

Un elenco resultado de la cata de 15.000 muestras durante el año 2007, procedentes de las regiones vinícolas más afamadas de 13 países, de las cuales 3.500 han alcanzado una puntuación de 90 e incluso algunas de ellos más alta.
La clasificación final de estos cien mejores vinos del año ha sido determinada conforme a cuatro criterios: calidad (reflejada en los puntos que se obtuvieron a posteriori), valor (otorgado por el precio), disponibilidad (mezcla entre producción y, en caso de vinos importados, cantidad importada) y un último factor denominado "exaltación del paladar".

Conseguir un puesto destacado en "El Top 100 de los vinos" de la revista Wine Spectator, es uno de los retos más difíciles para los viticultores de todo el mundo, por el grado de exigencia de los veredictos, el alto nivel de competitividad y el creciente número de muestras que cada año participan. De hecho, el vino español ha jugado un papel secundario en el Top 100 hasta hace poco.

Desde la primera edición de 1988 hasta la de 2007, ha habido una gran evolución. En 1988 se destacaron únicamente dos vinos españoles, uno en el puesto 25 y otro en el 27. Es en el año 2000 cuando aparece por primera vez en este listado, Bodegas Muga, con su Torre Muga 1995, junto a otros tres vinos españoles. El año 2002 es el que marca un antes y un después en el criterio de selección de Wine Spectator. En 15 años se han reseñado 17 etiquetas de la Ribera del Duero, 14 de La Rioja y 12 del resto de España, destacando 6 del Priorat. En los siguientes 5 años, las dos regiones dominantes acumularán 12 etiquetas y el resto sumarán 20.

La irrupción de nuevas regiones y el aumento de la calidad en toda la geografía hace que el protagonismo del vino español sea patente. Si en los primeros 15 años la media de etiquetas españolas en cada Top 100 era de 2,86 en el periodo 2003-2007 es de 6,2 etiquetas reseñadas por año, siendo el mejor año este 2007 con 8 etiquetas.

Así es esta una mención que, para la familia Muga, supone el "reconocimiento a su esfuerzo, trabajo y respeto por las elaboraciones artesanales y la tierra riojana".

sábado, 19 de enero de 2008

Blanc de blancs (ii)

(Artículo publicado en El Confidente Digital.)

Pertenece a las antigüedades españolas el hablar del vino de San Martín, del vino de Peralta, del vino de Madrigal, ‘que quita todo mal’. Como potencia esforzadamente exportadora, España vendió al mundo ante todo los jereces, los vinos de Málaga y los de Alicante, con cuyos profundos fondillones, y bien aprovisionado de bizcochos, Luis XIV consoló sus días postreros*, todo un rey reducido a pueril glotonería. También en Tarragona, que hasta hace no tanto era la provincia vitícola más eminente, estibaban barcos, aunque en el caso del tinto catalán no hubo las transformaciones que hicieron el Madeira que hoy conocemos ni el East India que hoy apenas conocemos. Ahora vuelve el vino de Toro, que fue vino cortesano; Málaga resurge o por lo menos resiste, Alicante lo mismo: nada vuelve igual a como fue pero tampoco todo se repite como farsa.

Por seguir con San Martín de Valdeiglesias, pueblo castellano hasta que Madrid dejó de ser Castilla y comenzó a ser la suma de todos, cabe reseñar que sólo se hace por ahí un vino bueno, y esto con cierta irregularidad y con escasa difusión. Del otro lado, en Cebreros, aparte del Cumbres de Gredos de los mendigos más pudientes, también hay indicios halagüeños. En todo caso, el San Martín, como el vino de Madrigal, era blanco: y el San Martín no, pero el de Madrigal de las Altas Torres era canónicamente, exactamente, vino de Rueda.

Allí por la meseta donde corren parejos la NVI y los regatos marcados de álamos, allí donde se remansan y aceleran el Eresma y el Adaja, tenemos a un desvío esos nombres tan castellanos que casi suenan a oración: Madrigal, por supuesto, y también La Seca, Rueda, Nava del Rey, Olmedo, Medina del Campo, Bobadilla, Tordesillas, ¡vieja España! Vieja España tan conmovedora, España medular ahí en sus más íntimas habitaciones, en el hondón de Castilla. El turista o el despistado verán también el pueblo de Pollos, conocido sin embargo por sus quesos; pasará por Alaejos, citado su vino por Cervantes en no sé qué novela ejemplar y del que Quevedo dirá que abriga más que los tapices del rey de Francia: tapices que en esos días de Quevedo alcanzaban el punto de nieve de su fama.

El Rueda de entonces es lo que todavía se llama Dorado de Rueda, de cuya aceptación comercial da fe el hecho de que tan sólo una bodega –creo- lo elabora: y lo elabora según la bendita tradición de dejarlo al sol en damajuanas de cristal y seguramente con el palomino fino que se trajo de Jerez para hacer un vino que está, de alguna manera, entre los finos y el Jura sin tener esa gracia distintiva de ninguno. Durante un tiempo, el Dorado de Rueda se acogió a la plausible denominación de vino de la tierra de Medina. Fue el blanco de nuestro siglo de oro, el blanco elegante y no el popular: el hombre de las corralas no necesitaba ir a buscar su vino a Valdepeñas y ni siquiera a Méntrida o a Navalcarnero, por lo que mucho menos a Medina, tantas leguas más allá: había vides y bodegas en los términos de Getafe y Móstoles y Leganés, poblaciones por entonces sin connotaciones negativas y sin centros comerciales y de ocio.

Toda denominación de origen es un invento antiliberal que favorece a los mediocres pero, dicho el insulto, la DO Rueda acoge los lindones de las provincias de Valladolid, Segovia y Ávila. Los viticultores de Rueda han mostrado mucho dinamismo en estos últimos años, cosa que alegra en tanto que dinamismo y Valladolid no son palabras que suelan ir juntas. La mayor parte del viñedo y de las bodegas están en Valladolid: generalizando con motivo, puede y debe decirse que hay que preferir los vinos de la uva autóctona verdejo, aunque hay alguno estimable con un puñado de la riojana viura. En cuanto a los Ruedas de sauvignon blanc, no sé cómo se puede decir elegantemente que son un asco, así que tan sólo diré que son un error.

Cualquier buena persona que se acerque al estante de los Ruedas tenderá a considerar con familiaridad los de Marqués de Riscal, que en Rueda sólo tuvo el mérito del pionerismo y que desde entonces sólo ha sabido hacer las cosas mal: olvidémoslos, pues, y prefiramos los vinos de José Pariente o los Palacio de Bornos. Lo mejor de los vinos de Rueda es que han llegado a una regularidad en la fiabilidad, por lo que muchas marcas, año tras año, hacen pensar en un producto homogéneo, sin pretensión y sin aristas. Creo que los mencionados, aun así, ofrecen puntas de mayor excelencia, es decir, que son fáciles y de trago largo pero no faltos de nervio y concentración y tipicidad. En los mejores verdejos será característico –y muy elegante- un ultimísimo amargor en el paso por boca, un aroma herbáceo o –más exactamente- de campo de cereal, junto a frutas blancas con tendencia a la pera williams. Yo entiendo que el lenguaje disguste pero es que huele a eso cuando uno se pone a meditar con la nariz.

Mantengo una querencia por otros dos Ruedas, notablemente el Blanco Nieva y el Basa: me consta no ser el único, e incluso me consuela. El Blanco Nieva tiene la originalidad relativa de ser segoviano y ahí conviene probar el siempre excelente Pie Franco, que dará motivo de sugestión al pensamiento al imaginar un viñedo alto y escondido a donde no llegó la filoxera. El otro favorito, el Basa, tiene un puñado de viura y aun de sauvignon blanc, a pesar de lo cual es consistente año tras año, siendo de lo más sólido que hace el viticultor volante Telmo Rodríguez, hombre de experiencia y de audacia pero no siempre –Alicante, Valdeorras- de acierto: no por esto seré yo quien lo lapide.

El Rueda es vino menos ácido y menos lineal que los vinos del norte español, y en sus mejores versiones –Ossian, Belondrade y Lurton, Naia Des, y los fermentados en barrica de Bornos y Pariente- tendrá la concentración y la musculatura de los vinos casi grandes, y con un recorrido y volumen mayores que el Rueda fácil y fragante, higiénico, del aperitivo. Aun así, estos vinos de ambición pueden estar penalizados por un exceso de madera y, de cualquier forma, es preceptivo dejarlos reposar. En el vino, como en tantas otras cosas, lo importante es evitar la agitación.

En la Rioja, los blancos son una gloria menor.

Entre mis vinos favoritos está el rioja joven, cosechero, amoratado, fresco, báquico, abundante, barato, violento: un vino que nos lleva a ensueños de otras vidas más agrestes, o quizá sólo más anacreónticas, campestres como era el campo en los cuadros de Goya donde todos cantan y bailan y juegan o se recuestan; vino para el pic-nic ideal, con alguien que se lleve el libro de poemas de Meléndez Valdés. En fin, todo este entusiasmo viene a decir que en el cosechero riojano no suele faltar el racimo de uva blanca que aporta la experiencia para amansar el conjunto.

Los vinos blancos tradicionales en la Rioja eran los vinos de viura –aka macabeo-, y la uva viura es una uva inexpresiva, plana, de triste sobriedad. A veces se le echaba –y se le echa- algo de malvasía, para quitarle esa murria –pero la viura es un letargo del espíritu, en términos enófilos, y no hay nada que hacer. O casi nada.

Hoy, ciertamente, gente de mucho arrojo y corazón, e incluso con el idealismo de perder dinero por la causa, elabora vinos de calidad frontera en la sorpresa: el Plácet, por ejemplo, o ese caro Gallocanta que –tras la demanda del californiano EJ Gallo- pasó a llamarse Qué bonito cacareaba, con el más noble despecho. Ahí están Allende, Remelluri, el Abel Mendoza monovarietal de malvasía del que debí haber comprado dos y no una botella, porque con las cosas hay que asegurarse y no está de más el método científico en lo hedónico. Lo mejor que tienen estos vinos es que se hacen por amor a lo invisible, en tanto que su viabilidad comercial en el extranjero es difícil y en España es peregrino comprar un rioja blanco salvo por error de ignorancia. E incluso con todo el optimismo y la energía positiva que uno quiera ponerle, se hace difícil pensar que en la Rioja se vaya a hacer un blanco de envergadura mundial…o europea, o nacional. Salvo que hablemos de los blancos de Tondonia.

A uno pueden gustarle más o menos los blancos de Tondonia pero ya hay dificultad en negar su estatura mítica. Son vinos de conservadurismo acendrado, como todo lo de Tondonia, bodega todavía familiar y partidaria, digamos, del tiempo y de las telas de araña y de los cementerios de botellas donde se empiezan a oír voces a nada que uno haya comido legumbres más allá de lo que demanda la recta razón. Su última añada no sé si es la 87 y se encuentra todavía la 81; más difícil es encontrar la 64. Llevo bastante tiempo sin probarlos, desde que durante una temporada me diera el capricho o la emoción: lamento, por mi gran culpa, haber sucumbido a la oleada sin hondura de amor por estos vinos cuando son amables sin necesidad de que medien ligerezas de pasión.

Los tondonias blancos son todo lo contrario de un blanco afrutado, goloso, juvenil: en ellos veremos más bien un color dorado, oleremos un recuerdo de maderas viejas, sentiremos una llamada a la solemnidad, un respeto a la labor del tiempo, que destroza tantas cosas y sólo a algunas –los tondonias- las mejora. Pero el año es largo y acaba de empezar y Tondonia tendrá su glosa con amor y pormenor.

*Esta historia la cuenta Saint-Simon. Me refiero al duque versallesco y no al socialista utópico: es importante no confundirlos, como es importante, en terrenos más prácticos, no confundir un Latour con un Leroy. Saint-Simon, en efecto, cuenta la agonía del rey en una parte de sus voluminosas memorias, voluminosas por constar de cerca de cincuenta volúmenes, incluyendo uno o dos con los índices.

Las Memorias de Saint-Simon son libro de justo prestigio. Por decir algo, diré que, cuando yo era joven, en París, después de leer copiosos fragmentos que me recalentaron la cabeza por quince días y quince noches, forcé a un amigo mío a comprarse la edición completa de las Memorias, en el entendido de que él era hombre de cultura y de fortuna y que, con esa adquisición, estaba preparándose una vejez elegantísima, de erudito maniático y fantasioso, pues uno sospechaba que, durante la vejez, será mejor refugiarse en las precedencias de Versalles que en la aspereza del mundo para con los viejos.

Que yo sepa, las Memorias no se han editado más de dos o tres veces porque eso es una maratón de erudición y es muy fácil perder la cordura entre tanto noble, tanto vizconde y tanta dama: calcúlense diez por página en miles de páginas para confirmar que la literatura es alto chismorreo. La falta de un solo tomo descabala el conjunto y quita brillo a la adquisición, y con esto quiero decir que comprarse las Memorias completas no es de las compras más baratas que uno puede hacer, y quizá tampoco de las más útiles si, como es habitual, uno no basa su vida en absolutos de sublimidad.

Allá fuimos, en fin, al buquinista medio negro o medio moro, pero en todo caso hombre mesurado y culto, que habrá muerto ya porque estaba enfermo y se abrigaba con demasiado celo incluso en la parte más tibia de la primavera, cuando el verde de los castaños de París es aún un verde nuevo. En fin, uno era un perfeccionista en cabeza ajena y hoy, las Memorias de Saint-Simon ocupan todo un anaquel en casa de mi amigo, esperando la mano de nieve que las revenda si es que por entonces queda en España alguien con interés por esas otras antigüedades europeas. ¡Viejo cascarrabias Saint-Simon, reaccionario en el absolutismo, primer amante público del jamón ibérico!

Un Muga se codea con los diez mejores tintos del mundo

(Artículo publicado en Cinco Días.)

Tempranillo, Mazuelo y Graciano son las variedades de la uva. Una estancia de 18 meses en barricas nuevas de roble francés. Un aroma con 'notas frutales, especiadas y minerales'. Esas son algunas de las claves del Torre Muga 2004 que le han valido uno de los mayores reconocimientos de EE UU. La prestigiosa revista Wine Spectator considera que este Rioja es el noveno mejor tinto del mundo de 2007 y en la lista general de vinos, el Top 100, el undécimo, detrás de un champaña Krug de 1996.

En la bodega familiar Muga están contentos porque simplemente estar en el Top 100 es ya complicado. De hecho, sus vinos entraron por primera vez la lista en 2000 (con un Torre Muga de 1995) y hasta hace unos años los españoles no habían estado muy representados. Para este año, Wine Spectator cató 15.000 muestras de 13 países y 3.500 consiguieron una puntuación sobresaliente. La selección final se basó en cuatro criterios: calidad, valor (por precio), disponibilidad (producción o cajas importadas) y un factor difícil de medir, la 'exaltación del paladar'.

Curiosamente, los vinos elegidos no son los más caros del mercado. El precio medio es de 42 dólares (28,7 euros) frente a los 49 dólares del año anterior. 'Con todo, la calidad se mantiene al mismo nivel', explica Wine Spectator. El Torre Muga se vende a 88 dólares en EE UU y en España a 55 euros.

Isaac Muga, al frente de esta bodega creada en 1932, explica en un reciente viaje a Nueva York que esta clasificación es un reconocimiento a la elaboración de lo que han llamado vinos de autor, más robustos, densos y potentes. El primero fue un Torre Muga 1991.

Su sobrino, Juan Muga, explica que es bueno para 'el marketing de su imagen'. '¿Subirán el precio?'. Isaac contesta con contundencia. 'Lo prohíbo. Yo no abuso de mis clientes y sólo subimos el IPC. Me satisface que un distribuidor gane dinero, pero yo no subo el precio, lo sube el comercio', explica. El bodeguero asegura que el mercado especula con sus vinos, pero ellos no. Especialmente cuando ya no están disponibles en las tiendas como este Torre Muga 2004. El 35% de la producción se destina a EE UU.

La clasificación que ha reconocido a este Rioja entre los mejores está liderada por Clos des Papes, Châteauneuf-du-Pape 2005 y a lo largo de ella se pueden encontrar otros siete vinos españoles. Un Lan de 2004 en edición limitada, también Rioja, ha merecido la posición número 18; en el 31 queda un Ribera del Duero, Pago de los Capellanes (crianza de 2004) al que le sigue en el puesto 46 un gallego, Rafael Palacios. No es el único de estas tierras, Bodegas Godeval se instala en el puesto 94. Dos caldos del Bierzo, Bodega y Viñedos Castro Ventosa y Descendientes de J. Palacio, han encontrado su sitio en el 67 y 95 lugar, respectivamente y Bodegas Borsao, de Campo de Borja queda en el 90.

Isaac Muga asegura que los vinos españoles 'han mejorado una cosa bárbara y ya no se exporta el vino peleón. Hay bodegas que se han propuesto hacer muy buenos vinos', añade.