jueves, 14 de febrero de 2008

Dos 'vignerons' en La Rioja

(Artículo publicado en elmundovino.)

Para poder describir y apreciar en toda su grandeza los vinos de Abel Mendoza es imprescindible –como en pocas ocasiones- conocer a los personajes que se encuentran detrás de una aventura apasionante y escudriñar su carácter, tan importante a la hora del análisis de su obra. La síntesis de la personalidad de esta pareja de viticultores riojanos de San Vicente de la Sonsierra es ésta: no buscan la moda pero sí comprender el significado de cada terruño para lograr vinos que perduren en el tiempo. Abel, siempre acompañado por su mujer, Maite Fernández, es la encarnación de un auténtico 'vigneron' borgoñón independiente, arraigado a su tierra como si fuera un cosechero ilustrado.

La figura de Abel crece en el entorno del paisaje mágico que le rodea con la sierra de Cantabria como referente. Es un elaborador artesano, meticuloso, perfeccionista, individualista; un apasionado de la Borgoña y del trabajo en el campo, al que fía fía su labor, porque vive sólo para ello. Amable, inquieto, con un gran talante; imperfecto como todos los que tienen el terruño como filosofía y luchan por interpretarlo de la mejor manera posible. "Comprender la cepa", dice Abel.

Enólogo por constancia y obligación –Maite lo es por estudios- siempre va por delante de sus vinos. No suficientemente reconocido, porque su carácter introvertido, su timidez y lo poco dado que es a las apariciones públicas no le han convertido en un personaje mediático aunque en el cara a cara, cuando está a gusto, pierde ese recogimiento interior y se vuelve locuaz y expresivo. Tampoco se anuncia en los medios que, en contadas excepciones como es el caso de elmundovino, no lo sitúan en el lugar que le corresponde que es a la altura de los más grandes.

Su preocupación por respetar el ecosistema le lleva a ser en esencia –en la práctica lo es- un productor biológico y hasta biodinámico. Abel lo llama "agricultura a escala humana".

Veinte años no es nada
Su bodega, fundada en 1988 por el propio Abel junto a su mujer, posee 18 hectáreas de viñedo repartido entre San Vicente de la Sonsierra –donde se encuentra la mayoría-, Labastida y Ávalos, siempre en la margen izquierda del Ebro. Son, en su mayoría, pequeñas parcelas (35 ó 36) con ligeras pendientes y buena exposición. Las partes más próximas a las vaguadas siempre van al vino joven. Tiene todo tipo de marcos de plantación y, excepto media hectárea cercana al Ebro en espaldera, sus viñas presentan una conducción en vaso, "tienen artrosis porque va cada una por su parte". "Los emparrados parecen desfiles hitlerianos", asevera Abel.

Le gustan las podas cortas, deja unas 10 yemas y es muy meticuloso; pasa varias veces por el viñedo por si hubiera dejado algo no deseado. Apuesta por una frondosa masa foliar y despunta poco, sólo aquello que amenace con romper el sarmiento. Busca mantener la tradición pero de una forma serena y modernizada; los nuevos viñedos los planta con las castas blancas y tintas mezcladas con hileras completas en una nueva reinterpretación del pasado.

La edad media de las cepas es de 35 años e injerta madera de sus mejores cepas, buscando una selección masal propia. Se define como un "director de orquesta de lo que trae el año y las cepas son los músicos". Orquesta afinada, diría yo. Maite hace las veces de enóloga, relaciones públicas, recibe a los clientes, lleva la contabilidad y se encarga de la comercialización... El dinero que entra se reinvierte y, todo sea dicho, hay pocas parejas con menos espíritu comercial que ellos.

Sus comienzos se centraron en los vinos jóvenes, gracias a la producción de los viñedos que cultivaba su familia desde hacía décadas, en una visión personal del tradicional y tan popular vino de cosechero. A los diez años aparecieron los primeros vinos con verdadera ambición como fueron el tinto Selección Personal 98 (4.500 botellas) y el Abel Mendoza Blanco Fermentado en Barrica 98, un ensamblaje de malvasía y viura (vino blanco del año de EL MUNDO). Con la añada 2003 inicia una nueva experiencia con las castas tintas graciano y tempranillo despalillando grano a grano.

En la actualidad centra su producción en vinos con crianza y con capacidad para mejorar con el paso de los años. En menos de dos décadas ha mostrado un gran afán por la investigación, la inquietud, las pruebas y una búsqueda que nunca se detiene. Grandes logros y esporádicos sinsabores (como decía un conocido político italiano, sólo se equivoca aquel que hace algo, el que no hace nada no se equivoca). Abel no da sensación de agotamiento ni de desazón y ha continuado con la profundización sobre las posibilidades de los blancos riojanos: viura y malvasía fueron primero y luego ha recuperado variedades como la garnacha blanca o la turruntés. Siempre con riesgo, sobre el alambre y sin protección.

Filosofía
Su filosofía es la de un 'vigneron' –una palabra, como nuestra antigua 'viñador', mucho más expresiva que la de 'viticultor'- de Borgoña. Abel piensa que "no hay un modelo de viticultura que valga para cada cosecha sino que sólo hay que escuchar a la cepa e interpretar lo que te pide porque a la planta hay que dejarla hablar y nos contará todo lo que necesitamos saber". Contrario al riego como norma, prefiere que la planta sufra, porque "si riegas primero y llueve más tarde le has dado un alimento a la viña que no necesita y que repercutirá en la calidad del fruto de forma negativa".

La complejidad de suelos que encontramos en los 17 kilómetros que hay de distancia entre sus viñas es increíble, los terrenos de cultivo son accidentados y de composición variada: arcilloso-calcáreos (los más habituales), de margas, de areniscas finas, de cantos rodados, de limo... Las zonas más bajas con más sedimentos y las más altas donde, curiosamente, maduran mejor las variedades blancas. Tienen plantadas las castas tintas tempranillo (90%), graciano (3,2%), garnacha (1%) y las blancas malvasía (3%), viura (1%), turruntés y garnacha blanca (0,8%).

La posición geográfica de sus viñedos, a una altura media de 530 metros, le permite disfrutar de una climatología ideal para obtener excelentes uvas: pluviometría de 480 mm anuales y más de 2.000 horas de insolación al año, con una buena diferencia térmica día-noche.

La bodega es humilde y sencilla; su trabajo no sigue un mismo patrón en cada vendimia ni con cada uva. A la hora de fermentar, Abel apuesta por los depósitos de cemento con el único pero de que hay que limpiarlo y es muy laborioso y nada fácil. Cuentan para la vinificación con 16 depósitos de hormigón y 6 de acero inoxidable que van renovando gradualmente.

Los vinos
La producción total apenas alcanza las 80.000 botellas entre ocho o nueve vinos diferentes. Los rendimiento se mueven entre los 4.500 y 5.000 kilos por hectárea según la añada. Por ejemplo, en 2007 han sido apenas 2.800. Los vinos son comercializados bajo dos marcas: Jarrarte y Abel Mendoza. A los tintos le gusta añadir un poco de uva blanca como se hace en Côte-Rôtie, para dotarlos de mayor elegancia y finura, su mayor preocupación.

La crianza la realiza en roble francés procedente de multitud de tonelerías. Intenta una alquimia que recuerda a Chave porque cree que en el mestizaje de diferentes pagos, alturas, suelos y orientaciones es donde está la verdadera riqueza.

Respecto a los blancos, en la actualidad elabora diferentes varietales para "ver el potencial de cada uno por separado y, en el futuro, ser capaz de elaborar un vino que muestre la complejidad de la suma de todas las castas juntas".

Le gusta trabajar las lías finas durante cuatro o cinco meses y un poco de bastoneo para mantener la elegancia.
Entre los tintos, el tempranillo (Grano a Grano) nació con la añada 2003 de la que se comercializaron únicamente 600 botellas y 1.800 en las cosechas posteriores 2004 y 2005. Nace de cepas de más de 50 años procedentes de las parcelas Gallocanta y La Nava situadas en San Vicente de la Sonsierra. Menos de media hectárea con un rendimiento que ronda los 4.000 kilos por hectárea. Para la fermentación usan pequeños depósitos de 1.200 kilos de capacidad durante una decena de días. Descuba a barrica nueva donde realiza la maloláctica para proseguir con una crianza de 18 meses.

Para Abel, seleccionar las uvas que van al Grano a Grano es el no va más, es la máxima expresión de sus terruños, es la Borgoña y de ahí la elección de la botella.

Su graciano nació en 2003 con una única barrica y en 2004 y 2005 se produjeron 500 botellas de cepas viejísimas mezcladas con otras variedades en una de las parcelas heredadas de sus ancestros. El proceso de fermentación y elaboración es similar al del tempranillo. Han plantado nuevas cepas que ha intentado situar a diferentes alturas en suelos distintos para comprobar cuál es el lugar más idóneo.
Abel está trabajando en un clon diferente que descubrió su padre, al que llamó graciano tintorero. El profesor Javier Tardáguila, de la Universidad de La Rioja, me comentaba el otro día que era un cruce entre alicante bouschet (garnacha tintorera) y graciano. Veremos qué da en los próximos años.

El Selección Personal fue su primera gran apuesta y continúa siendo el emblema de la bodega. Surge de un viñedo con más de 40 años y dos hectáreas en El Sacramento. De un rendimiento de 4.800 kilos/ha nacen las 8.000 botellas. Utilizan depósitos más grandes y la maloláctica se desarrolla en cuba de hormigón y pasa 12 meses en barrica (30-40 % nueva y el resto de uno o dos años).

Del Jarrarte Crianza salen al mercado 16.000-18.000 botellas cada año de uvas procedente de viñedos de 35 años de edad situados en diferentes pagos. Tiene una crianza de 12 meses en barricas de roble francés Allier de un a tres años.

El Jarrarte Joven es un 100% maceración carbónica fermentado en depósitos de hormigón. Se elaboran de 35 a 40.000 botellas. Sigue teniendo una fiel clientela en la zona y se busca que sea diferente y muestre personalidad.

Los blancos son un verdadero enigma para Abel. Ávido de información, escarba en la historia de cada casta, en la escrita y en la oral; habla con las palabras de los viejos sobre el turruntés: "Ni lo vendas ni lo des que bueno para el tino es". Y certifica que tenían razón. La producción es, de momento, casi testimonial, son 8.000 botellas entre todas las microvinificaciones (viura, malvasía, garnacha blanca y torrontés). Utiliza las pocas cepas viejísimas que heredó de su padre (cuatro de garnacha blanca) y las ocho de malvasías prefiloxéricas de un viñedo de su bisabuelo, un poco de turruntés y viura. Se le suma la viña joven plantada hace unos años, que surge de la selección masal de sus propias viñas.

Sorprendentemente, la garnacha blanca aporta volumen y acidez alta con unos ph que van de 2,80 a 3. Presenta una gama muy amplia de aromas y "si con cepas jóvenes sucede esto, no sé cuál es el verdadero potencial pero imagino que será enorme" , continúa Abel. "La verdad es que te rompe los esquemas". Las viñas tienen apenas siete años.

De malvasía, tan olvidada por los viticultores por su sensibilidad a la botrytis y por los rendimientos poco generosos, recoge uva de unos cuantos pagos para no completar ni media hectárea con vides de más de medio siglo. Fue su primer blanco en el año 1992 y siempre la ha considerado la esencia y la tradición de La Rioja.
De viura tiene plantado menos de un tercio de hectárea con 30 años a sus espaldas y aporta acidez y equilibrio.

La turruntés riojana –no confundir con la torrontés, ya sea la gallega, la argentina o la canaria- fue uva de pedigrí en tiempos pretéritos pero casi desapareció después de finalizar la Guerra Incivil. Abel recuperó las ocho cepas familiares para clonarlas. Sus nuevas viñas tienen sólo seis o siete años y los rendimientos son bastante bajos (4.800 kilos). Colabora con una buena acidez, un moderado grado alcohólico y capacidad para envejecer.

Para los blancos prefiere los terrenos arcillosos frente a los pedregosos y las zonas altas antes que las bajas. Ha encontrado en algunas cepas mutaciones en los racimos con mezcla de granos blancos y tintos. Un misterio curioso a descubrir.

Abel se resiste a la globalización en una búsqueda incansable de la elegancia y finura, sello de la Borgoña y suyo propio. Un auténtico personaje. Nos sorprende cada día pero, sin duda, lo mejor está aun por llegar. ¡Y nosotros que lo veamos y disfrutemos!. Amén.

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